viernes, 29 de enero de 2016

Alma. Carlos Sisí


    "La casa huele a chocolate, y ese aroma suave existe en dos niveles diferentes: uno brota de una olla que burbujea a fuego lento en la cocina, el otro existe sólo como un recuerdo olfativo, un legado de tiempos pasados, de cuando Mary era pequeña. Esa mañana se ha levantado con el recuerdo de su madre, y esa añoranza súbita le ha traído, de manera irremediable, tanto el rastro inaprensible del olor a chocolate casero caliente como una apetencia que nace de algún lugar del corazón. Así, recorre la cocina con una cuchara de madera en la mano, siempre atenta a la olla, mientras canturrea amorosamente viejas nanas infantiles."

     Casi cualquier aficionado al género reconoce a la primera a Carlos Sisí gracias a sus zombis. Y muchos hemos sido los que acudimos a las librerías intrigados ante su última publicación. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Alma.

     Conocemos a Alma al nacer, una persona que es diferente desde su más tierna infancia, capaz de ver y comunicarse con los espíritus que siguen habitando la tierra después de muertos. Pasan los años y la primera novela de un hombre desconocido para las letras arrasa en ventas, el tema es la ouija y desata no sólo un movimiento fan, sino también las ventas de tableros y prácticas de espiritismo. Y algo más. De algún modo, parece que este libro titulado muy oportunamente La Puerta, abre un resquicio a otros mundos que comienzan a invadir y modificar la conducta de las personas. Ahora, la salida del siguiente libro es inminente.

     Esta vez Carlos Sisí nos habla de fantasmas. Un tema mil veces visto, un clásico del género que mezcla con tableros de espiritismo y sensaciones heladas. Y lo hace sin perder de vista que está ante un "clásico", por lo que nos encontramos alguno de los rasgos básicos que jamás deben de desaparecer en estos casos. Una protagonista a la que se niega a llamar espiritista con los problemas sociales propios de quien puede poseer un don así, un mundo descreído, juegos de adolescentes, vasos que se mueven solos y muchas sombras.Todo ello lo salpica con mucha acción y alguna reflexión que, tal vez debiéramos apuntarnos para nuestra vida diaria, y construye de este modo  una novela solvente en la que apreciamos guiños a clásicos de la novela fantástica.
     Si algo destaca en las historias de Sisí es la acción y la cantidad de personajes que pueblan sus novelas. Rasgo que permanece en este libro cuyo ritmo va aumentando poco a poco al principio, para coger velocidad a medida que nos desvela la trama.  Una trama que, pese a mostrar su división entre la historia del escritor cuyo libro alcanza la fama, y la del mundo en el que eso sucede, lo hace con una transición suave que no permite al lector sentir una división en dos historias. Todo forma parte de lo mismo exactamente igual que queda integrado ese proceso de conocimiento de la gran protagonista, Alma.
     La acción se apoya firmemente en la capacidad visual de su autor, que tal vez por lo que comentaba diciendo de estar ante un tema tratado, consigue que el lector sea capaz de ver perfectamente lo que nos relata Sisi, realizando ese salto de fe que comentaba ayer para creerse la historia sin ningún problema. Una historia en la que el autor no escatima pequeños consejos de vida, incluyendo incluso entre sus personajes a un hombre que bien podía haber llamado Pepito Grillo y que parece querer tirar de la oreja a la sociedad con sus palabras, mostrando los monstruos que habitan el mundo de los lectores.

    Me ha gustado Alma, me ha gustado el enfoque, mucho más clásico que ese empeño actual en pasarse al lado científico en muchos de estos libros, y he disfrutado con la ambientación y con la novela en sí. No es un libro aterrador, por si os quedaba alguna duda sobre si es para todos los públicos.
Pero recordad: cada libro encierra un secreto, tal vez un poder.

     Y vosotros, ¿soís lectores de libros de terror?

     Gracias


jueves, 28 de enero de 2016

Esta noche moriré. Fernando Marías


     "Me suicidé hace dieciséis años. Es un tiempo más que suficiente para que usted me haya olvidado. Delmar, o al menos para que se hubiera desdibujado en parte la nitidez de mi recuerdo."

     Conozco muchos libros que han saltado a la gran pantalla, alguno que ha aparecido como adaptación de lo creado para la gran pantalla... pero no conocía ninguno que se hubiera convertido en un espectáculo realizado por el propio autor en forma de monólogo, eso picó mi curiosidad desde que me enteré. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Esta noche moriré.     

     Pongamos que hace veinte años Fernando Marías concibe una interesante historia sobre una Corporación que se encarga de utilizar sus influencias para conseguir que escritores que luego serán famosos, entreguen un manuscrito que luego ellos puedan sacar años después de su muerte. Pongamos que, además, un hombre descubre que toda su vida ha sido víctima de la venganza de un fantasma que escribe una carta desde la tumba, y que el autor consigue angustiarnos con la mera posibilidad de que algo así pueda suceder. Y pongamos también que ambos hilos formen parte de una novela, titulada Esta noche moriré.
     A lo largo de esos años, y tras pasar por alguna editorial, esta historia que contenía ya en su escueta extensión dos hilos que valían por sí mismos un argumento completo, vuelve a ver la luz con un cambio que puede parecer sutil, pero no lo es. Su autor parece haber tomado la decisión de reinventar ese término tan de moda que es la metaliteratura, y derribar la cuarta pared para dirigirse al público directamente en un monólogo en el que habla no sólo de la novela, sino de la Corporación. Una Corporación que sería responsable de muchos de esos inéditos que vemos que aparecen en la prensa cada ciertos meses... o años. Algunos incluso de forma muy oportuna y cercana a determinados aniversarios. La edición que llega ahora a las librerías, y siempre que decidamos hacernos partícipes de la historia, se vería como un desafío valiente a esa Corporación, al finalizar con el texto del monólogo que, a buen seguro marcará a Fernando Marías de cara a estas personas cuyo poder nos ha ido mostrando en las páginas precedentes.

     Esta noche moriré ha sido muchas veces descrita como inclasificable cuando yo diría que es una novela de sentimientos viscerales, de venganza. De hecho, uno de los sentimientos que más placer proporciona al ser humano es precisamente la venganza, de inmediata satisfacción una vez llevada a cabo, o saboreada simplemente en su planificación. De ahí que el protagonista de esta novela, sea realmente interesante por su negrura. Corman, dispuesto a vengarse del policía que lo encerró y cuya sed de venganza ni siquiera termina en la tumba. Un hombre capaz de lo peor y con la necesidad de exhibir su poder ante su víctima, porque no hay peor golpe que el último, ni mayor estocada que la que nos quita la venda de los ojos. Y frente a él Delmar, el hombre venido a menos que tendrá que enfrentarse a una revelación capaz de hacer que su mundo, o lo que queda de él, se tambalee.
Esta es la historia que se desarrolla ante un lector atónito que va sintiendo la tensión y la angustia creciente que provocan las palabras de Corman: y la ruptura de Delmar, su rabia y su necesidad de no quedarse impasible ante lo que le es revelado. Una novela que consigue parecer sencilla, con una trama realmente enrevesada que se desarrolla de forma diabólica, demostrando que un buen thriller no necesita colocar un muerto en la primera página. Las páginas se llenan de giros y sorpresas consiguiendo una tensión que crece palabra a palabra mientras el lector mueve la cabeza incrédulo, asistiendo además a una narración que cuida la verosimilitud componiendo un juego de voces final que termina de encajar todas las piezas.

     Una novela más que recomendable y un nombre al que seguir la pista.

     Como lectora necesito creer lo que me cuenta una novela, no me importa demasiado hacer un acto de fe, pero necesito que todo esté bien encajado para creer la trama. Cuando eso cojea, me cuesta muchísimo llegar al final y por eso es un punto que valoro tantísimo. Y vosotros, ¿sois muy exigentes con la verosimilitud cuando estáis leyendo una historia?

     Gracias

martes, 26 de enero de 2016

En la mente del hipnotista. Lars Kepler


     "Son las nueve menos cuarto del ciernes 28 de agosto. Tras los atardeceres de ensueño y las noches luminosas del verano, la oscuridad llega ahora con sorprendente rapidez. Ya es de noche fuera del vestíbulo acristalado de la dirección Nacional de Policía."

     Lars Kepler es el seudónimo utilizado por la pareja Alexander y Alexandra Ahndoril, y llevan ya unos cuantos libros escribiendo juntos. Sin embargo, ninguno llegó a tener tanta aceptación como el primero, El hipnotista, del que incluso se estrenó recientemente una adaptación a la gran pantalla. Ahora retoman la historia de aquel primer libro con este que hoy traigo a mi estantería virtual, se trata de En la mente del hipnotista.

     Una grabación llega a la policía, se trata de un pequeño vídeo subido a youtube que muestra una escena normal, en una casa, grabada presumiblemente por un voyeur o acosador. No tendría más importancia, pero la mujer que aparece en el vídeo es asesinada esa misma noche, así que el equipo liderado por una embarazada Margot Silverman tiene que ponerse en movimiento sin demora para localizar el origen de dicho vídeo. Pronto se dan cuenta de que están ante un asesino en serie al que hay que frenar los pies usando todos los medios que puedan tener a mano, incluído un hipnotista que ya conocemos, Erik María Bark, que intentará ayudar a hablar al marido de una de las víctimas. La cosa se complica cuando Erik descubre que los escenarios del crimen le resultan familiares con un caso antiguo que no llegó a olvidar y no sólo eso, sino que parece que va a necesitar ayuda cuando se empieza a ver involucrado. Menos mal que el mismísimo Joona volverá de entre los muertos para ayudarle.

     Supongo que por cuestiones de marketig o para establecer una relación mas directa entre ambas historias, se ha modificado el título en su traducción a nuestro país. El título original era Acosador, mucho más acorde con la trama y con la angustia que esta genera en cualquier lector a medida que se avanza en la lectura de la novela. Kepler (hablaremos de él como si fuera un hombre real e individual) no sólo pone en manos del lector una historia ágil y retorcida, sino que la carga lo suficiente como para que os recomiende no leerla con las ventanas abiertas. A fin de cuentas, mirar por una ventana puede ser como mirar a través de una pared y cualquiera puede descubrirnos en momentos privados, y así se encarga de recordárnoslo entre inquitantes escenas el autor.

      Recupera, es cierto, personajes de aquel Hipnotista de hace años, pero se encarga de solventar las lagunas con un puñado de frases estratégicamente dispuestas que cubren cualquier laguna que pudiéramos tener tanto en la historia, como en la relación entre los distintos personajes que pueblan la novela. Personajes a los que, si bien es cierto que no llegamos a conocer del todo, si que son perfectamente perfilados para la función que el autor les asigna. Al ambiente a ratos casi opresivo hay que sumar alguna escena capaz de poner los pelos de punta a cualquiera, de esas que uno cierra el libro mirando al suelo por si ha goteado sangre durante la lectura, pero que son tratadas con la suficiente mano izquierda como para no poder hablar de carnicería circense, y el resultado es una historia con un pulso que va avanzando hasta un final más que digno.

     En la mente del hipnotista se percibe una conexión entre el lector y la historia, o tal vez sus personajes, lo suficientemente fuerte como para conseguir un interés creciente por saber qué sucederá, creando esa necesidad de seguir leyendo en cuanto se tiene un momento libre. El resultado es una novela francamente entretenida que recupera el pulso de aquel título que dio la fama a esta pareja de autores. Muy recomendable para estas supuestas tardes frías de invierno, que parecen no querer llegar.

     Ayer lo comentaba con una persona, a veces me quedo sorprendida al descubrir que tras algunos nombres se esconden seudónimos de otros que ya conocía, o incluso parejas de personas como es en este caso. Y vosotros, ¿soléis interesaros en los autores de aquellos libros que os gustan?

     Gracias.

     PD: Cuidado con el book tráiler.



   

lunes, 25 de enero de 2016

La guitarra azul. John Banville


     "Llamadme Autólico. Bueno, no, mejor no. Aunque, al igual que ese triste payaso, sea un recolector de bagatelas. Que es una manera elegante de decir que robo. Siempre lo he hecho, hasta donde alcanza mi memoria. Puedo asegurar con justicia que fui un niño prodigio en el bello arte del hurto. Es mi vergonzoso secreto, uno más de mis vergonzosos secretos, de los que no me siento, sin embargo, tan avergonzado como debería."

     No puedo expresar el motivo por el cual me gustó tanto el título de este libro, pero lo cierto es que me fijé en él desde el primer momento. Eso unido al nombre que lo firmaba, provocaron que no tardara en caer en mis manos. Hoy traigo a mi estantería digital, La guitarra azul.

     Conocemos a Oliver Otway Orme, OOO, un hombre casado de mediana edad que se ha trasladado a la ciudad de su infancia, en la que reflexiona sobre su vida, su incapacidad para seguir pintando, y su último "robo", Polly, la mujer de un amigo.

     Decir a estas alturas que Banville se desdobla en Black es algo casi redundante, todo el mundo lo sabe. De hecho, y pese a que la crítica especializada nos pueda dar un detallado listado de sus paralelismos en estilo, hay una línea divisoria y reconocible en ambas firmas. Por eso nos sonreímos apenas comenzamos La guitarra azul, porque ahí está el Banville de El mar, ahí nos muestra a su narrador, ese que nos acompañará a lo largo de la historia modelando nuestra percepción del mundo hasta adaptarla a sus ojos. A lo largo de esta novela, de sus tres partes, Banville nos descubrirá el alma de su narrador.

     Orme es un hombre de mediana edad, que se sitúa en este momento en algún punto de Irlanda, en un año impreciso, posiblemente en un mundo no demasiado lejano, y hace frío. Es en este lugar, en el que Banville desnuda a su protagonista de una forma pausada pero constante. Un hombre que roba y pinta y que, en este momento ha dejado de pintar y ha sido pillado en el peor de los robos, no la infidelidad, sino la mujer elegida. Y busca refugio y reflexiona con unas frases que dan ganas de lelvarse apuntadas página tras página. Orme habla y se explica y también duda, duda de sí mismo y de lo que está contando, de su propio críterio, divaga (a veces demasiado pero forma parte del encanto de la narración ver como se deja llevar por el hilo de sus pensamientos). Habla de crear y del arte, dibuja cuadros ya existentes a los que a veces da nombre, y habla también de palabras. El Orme hombre es mediocre en muchos de sus puntos, y posiblemente lo suficientemente vago como para no tomarse el trabajo necesario como para mejorar, pero el Orme protagonista crece página tras página. Jamás viste de melodrama esta historia de decadencia en la que las heridas son visibles, si acaso, cuando parece que su protagonista puede caer en esa tentación, nos encontramos con un tono de suave ironía indulgente. De hecho, y sobre todo en las primeras páginas, es fácil percibir como usa las palabras como escudo, como se coloca parapetado detrás de sus propias frases para presentarse y contar cómo un día descubrió con nuevos ojos a la mujer de su amigo. Sin embargo, ese tono que no da pie a medias tintas en nuestra relación con Orme, evoluciona a medida que avanzamos en la historia hacia otro más placentero que permite reconciliarse con él a quienes empezaran con mal pie. Orme defragmentado, doliente, Orme sin hija, con la vida vacía y sin capacidad de crear, Orme se desviste mostrando el daño hecho y también el padecido, Orme, Orme, Orme... y por extensión el hombre. Porque aquí el género fuerte es la mujer, y lo intuimos desde las primeras páginas. Pero salimos de la lectura con una única en la cabeza: Orme.

     Supongo que no queda bien decir esto, pero siempre he pensado que cuando Banville quiere, sabe como dejarnos claro que es un gran escritor. Y esta vez lo hace. La guitarra azul es uno de esos libros que provoca placer en el lector y unas ganas irremediables de hacer propias la mitad de sus frases. Y que se terminan pensando en el placer que provocará su relectura pasado un tiempo.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

lunes, 18 de enero de 2016

H de halcón. Helen Macdonald


    "Un truco de magia. Un reptil. Un ángel caído. Un grifo sacado de las páginas de un bestiario medieval iluminado. Algo resplandeciente y lejano, como oro hundiéndose en el agua. Una marioneta rota de alas, patas y plumas empapadas de luz."

     Hay libros que llegan como un rumor, apenas perceptible pero constante. Que pese a sus premios no desembarcan en una gran campaña, pero quienes los van leyendo no se cansan de recomendarlo. Justo ese fue el modo en que llegó el libro que hoy traigo a mi estantería virtual, se trata de H de halcón.

     Cuando el padre de Helen Macdonald muere, deja un vacío insondable en esta mujer. Es en este momento que decide comprar un ave de presa, un azor, y adiestrarlo, en un intento de desviar su foco de dolor a la prueba que supone adiestrar a quien pronto se convertirá en Mabel.

     Está claro que no es la primera vez que aparece un libro sobre el poder curativo de los animales para quienes están, ya sea enfermos de salud, o rotos por dentro. Sin embargo, en este caso la autora da un paso más, no elige un animal de compañía que rompa la soledad del luto, porque no es esa su intención. Lo que hace es relatarnos una historia de pérdida y superación, de agujeros negros y cicatrices, que se llena de paralelismos y en la que su protagonista parece desdoblarse y renacer.
La autora se adentra en la relación que tuvo con su padre, y el inmenso vacío que deja su muerte, un vacío que se llenará de plumas y garras, y que enfoca más como un viaje introspectivo que como una terapia. Mabel cura porque descubre, son ambas las que comienzan a confiar, las que se aprenden, las que se abren al mundo, y Macdonald es capaz de plasmar ese difícil viaje página tras página. De algún modo llega a parecer que las dos son una sola, y descubrimos el vuelo y la caza, la parte salvaje, y también la risa de pájaro, algo tan improbable, como que ría la autora en ese momento. Pero sucede, porque la vida sigue, vamos aprendiendo mientras leemos, y las heridas curan convertidas en marcas blancas en la mano, marcas que deja la vida, leemos nosotros. Y vuelvo a nombrar la caza como uno de los grandes momentos del libro, un momento glorioso de cambio en el que la pasión de las letras de Macdonald arrastra al lector irremediablemente. Porque si hay introspección, también hay salvajismo; y ambos son hermosos en las letras de la autora.

     Y la historia avanza y entre pequeños logros, y alguna frustración, descubrimos su pasión por las aves y momentos de felicidad pasados que comienzan a emerger. A la vez que nos muestra el mundo de la cetrería, en el que se sumerge como si siguiéramos en épocas pasadas, nos permite hacerlo a los lectores en el alma de quien escribe. Y descubrimos también un nuevo paralelismo con TH White y un libro, El azor, que la persigue como una sombra.

     Macdonald nos lleva sin prisa por una prosa cuidada, certera, descriptiva y llena de emociones y sentimientos cada vez menos contenidos pero que evitan el sentimentalismo con mucha habilidad. Nos descubre cómo son las aves rapaces desde la pasión de sus propias palabras, y nos da una lección sobre la vida y la necesidad de progresar con un final cargado de simbolismos y sentimientos en el que llega a conmover al lector que lleva preguntándose unas cuantas páginas, cómo será el broche de esta fantástica historia.

     Hay libros que se devoran y otros que se paladean despacio, porque lo pide la historia o porque las propias palabras que la componen se agolpan ante los ojos del lector que no quiere perderse ni una sola de las que habitan entre líneas. Eso es H de halcón, una gran obra para paladear despacio. Eso, y mucho más.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

     PD. Por causas ajenas a mi voluntad, la próxima entrada no verá la luz hasta el lunes.

sábado, 16 de enero de 2016

La fecha de vencimiento del derecho a la intimidad



     "Albacea literario, expresión que se utiliza para evocar a la persona a la que el autor le confía la protección de su patrimonio intelectual, esencialmente literario, manifestación del arte en el que de manera más común se emplea, con expresa legitimación para la defensa de la paternidad e integridad de la obra e incluso la divulgación de alguna obra inédita por el autor, si así este lo ha dispuesto."
Obras inéditas, anónimas, seudónimas, póstumas y huérfanas.

     Comentaba hace apenas unos días, que cada vez es más común que aparezcan libros póstumos de autores ya consagrados. Y eso es normalmente una fuente de controversia, ya que hay dos posiciones bien diferenciadas.
     En mi caso, prefiero distinguir entre quienes como John  Kenndy Toole quisieron publicar un libro, y lo intentaron durante años, llegando incluso a deprimirse y finalizando trágicamente su vida dice la leyenda urbana que provocado por la frustración al no publicar, y cuyo relevo fue tomado por su madre, dejándonos hoy a todos una gran novela, titulada "La conjura de los necios". Estos van por un lado bien diferenciado de aquellos cuya obra se publica por decisión de herederos que, contraviniendo el criterio del escritor que decidió en un acto romántico no destruir el manuscrito y guardarlo en un cajón, pero no presentarlo tampoco a su editorial, optan por aparecer con letras inéditas y bolsillos sedientos ante las editoriales. Y a mi me surgen dudas. Porque si un escritor decide en vida no publicar un manuscrito, bien sea porque le ha resultado privado o porque, quizás, tiene una capacidad de producción muy alta y luego selecciona por calidad o apetencia aquello que quiere que vea la luz... ¿quién faculta al que decide tras su muerte, levantar esa veda, con el único derecho de compartir el apellido? Hay libros que han sido retocados, completados (Tolkien es un caso directo), mutilados o ampliados por unos herederos que se han visto igual de facultados que puede estarlo el hijo de un cirujano para operarme de una apendicitis, sin haber pisado la universidad de medicina. Supongo que alguien tendría que explicarme la diferencia entre la propiedad física y la intelectual en estos casos, por no hablar del derecho a la intimidad. Porque en muchos de estos casos, se llenan las páginas buscando la curiosidad, el cotilleo, el morbo, y se anuncia sin pudor alguno que estamos ante una autobiografía o relato desnudo, descubriendo la parte más personal de quien, tal vez, no quiso mostrarla en vida. Y por supuesto, nuestra parte de culpa, la del lector, la del comprador que luego puede encontrarse con una obra sin terminar que ahora llamamos inconclusa como si de este modo se otorgara un valor adicional al manuscrito entregado, como si eso la hiciera merecedora de un trato especial. Y leemos ávidos por tener un título más antes de que se seque ese oasis de letras del que hemos disfrutado, y salimos muchas veces trasquilados y ni así nos preguntamos si es lícito provocar que se publiquen estos libros.

     La polémica está servida y, como siempre, nadie es sincero del todo o al menos coherente en su opinión. O que tire la primera piedra aquel que no haya comprado o leído jamás un libro de este tipo. aunque tengo que decir que todos tenemos un límite y el mío está bastante claro: las cartas. El género epistolar me gusta, lo puedo leer y construir una historia sin problema alguno. Muchos hemos caído presa de las letras de obras como 84 Charing Cross Road. Eso son libros. Ahora, que me coloquen las cartas de correspondencia privada entre dos personas y me lo encuadernen con una cubierta y me lo vendan, no. Eso no es un libro. Eso es una invasión de la privacidad que se aprovecha del morbo y la curiosidad, como lo hacen los famosos para salir en los programas de cotilleo. Recuerdo que hace años, escuchaba un programa estupendo de radio cuyo presentador decía: "si la voz te enamora, no te pases por la emisora". Bien, con esto es un poco lo mismo, si un escritor me gusta por sus letras, quizás no quiera conocer sus intimidades. Tal vez, y recurriendo a otra cita, "se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas" y el conocer lo que desayuna y cómo se expresa ante el tedio de su vida diaria, eclipsen esa imagen que tenía formada por los libros que sí editó. Tal vez no haga falta tanto, y sea mejor quedarse en sus obras, sin necesitar meternos en sus intimidades, en sus diarios, en su vida, y juzgar que no tienen el mismo léxico o que no nos caen bien. ¿Porque ese juzgar nos puede afectar a la hora de volver a leerlos? Indudablemente. Pero sobre todo porque todo el mundo tiene derecho a la intimidad. Y muchas veces parece que conocer los secretos nos importa por encima de todo sin tener en cuenta que si se llaman "secretos" será por algo. A fin de cuentas, ¿hasta qué punto nuestra vida es nuestra?, ¿nos gustaría verla expuesta en una novela, como una historia más y que apareciera en las listas de ventas, acaso incluso entre los más vendidos que terminan por estar en la gran pantalla? Pensemos...

     No me gusta este tema, me parece que roza peligrosamente la falta de respeto, incluso se la salta a la torera en muchos casos. Y doy la responsabilidad a todo el mundo en la medida que le corresponde. A quien los vende, a quien los edita y a quien los publicita diciendo que son sus secretos más privados como si eso hiciera que la obra fuera más valiosa cuando todos sabemos que el motivo final es el mismo. Si un buen escritor fallece, su obra se revaloriza. Y es una moda. Porque ahí entra nuestra parte de culpa: los que lo compramos.

     Y vosotros, ¿diferenciáis entre las obras póstumas a la hora de elegir lectura?

     Gracias

viernes, 15 de enero de 2016

La librería a la vuelta de la esquina. Varios autores


     "Nunca entran en la librería, solo los días de lluvia que, por suerte, son muchos. El motivo de esa reticencia a entrar se debe a que a pocos metros, ya al final de la calle, se encuentran los grandes almacenes Aubriot Nouvelle, antiguo convento de Saint Jean-Brier, ahora en mano de la familia Du Pont, reformado y convertido en un negocio pujante."

     Lo cierto es que he estado dudando durante un tiempo sobre si traer o no este libro a mi estantería virtual, debido a la relación directa que puedo tener con él. Sin embargo, si este es un lugar para amantes de los libros y, por extensión, de las librerías, justo es que tuviera su espacio en él. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La librería a la vuelta de la esquina.

     Estamos ante un libro que contiene once relatos escritos por diez autores que, usando como leit motiv una librería, desarrollan sus propias historias. Cada uno con su ritmo, su género de cabecera y su estilo perfectamente diferenciable, exactamente igual que los libros de cualquier género y época, tienen en común muchas veces, los estantes de la librería en que los compramos.

     Siempre es complicado reseñar libros de relatos que parecen empujarnos, sobre todo cuando los autores son distintas personas, a enumerar títulos y argumentos dejando poco o nada que descubrir al lector. Quienes me leéis hace tiempo, ya sabéis de sobra que procuro evitar hacer eso, y prefiero dar unas pinceladas generales partiendo generalmente de la base de que, en cualquier libro de relatos, nos vamos a encontrar con historias que nos fascinen y otras que, a buen seguro, no lo harán tanto. Es inevitable, ya sea por el tema o el estilo de quien lo ha plasmado,.
     Y llegado a este punto me voy a desembarazar del término relato para volver al usado hasta no hace tantos años y que siempre me ha gustado más por todo lo que implica: cuento. Tendemos a imaginar el cuento como algo infantil, pero se trata simplemente de historias cortas, mínimas, que por su extensión han de encerrar a la fuerza más complejidad a la hora de proyectarse que una novela. De hecho, no fue hasta ir desarrollando ese punto, que no comencé a aficionarme un género considerado por muchos como menor. Y esa es la sensación principal que se extrae de la lectura de este libro, la de estar ante once historias completas, con sus misterios, dramas, conspiraciones o secretos. Sus detalles oscuros o de época, sus sombras y sus sonrisas nos acompañarán mientras vamos saltando de librería en librería bajo la atenta mirada, en muchas ocasiones, del librero.

     No cabe duda que en esto de las temáticas literarias también influyen las modas, y que todo amante de los libros que se precie, tiene una especial predilección por las historias que les incluyen directamente, así que es fácil recomendaros su lectura a quienes os pasáis habitualmente por aquí. Es de estas apuestas en las que uno parte con la ventaja de saber que habla ante iguales.
Por eso puedo decirlos que en sus páginas encontraréis referencias literarias mil, que irán desde las más fáciles de ver, como es el caso del relato que abre la antología en el que su protagonista se ve asaltada literalmente por las historias que tiene entre manos, hasta algún nombre suelto, o cita, o ambiente que nos recuerde particularmente a un autor de género ya leído. Novela negra con aire cinematográfico, manuscritos encontrados, herencias, muertes, romanticismo a raudales y fantasía convergen en este libro convirtiéndolo en una suerte de catálogos de género de esos que vemos etiquetados en los estantes de nuestra librería habitual. Y, terminada su lectura, uno no puede evitar pensar que quizás la intención fuera precisamente esa, convertir el libro en un lugar de esos llenos de historias minuciosamente ordenadas, todas diferentes, todas apetecibles, que recorremos despacio dilatando el momento en el que nos toca elegir el tipo de historia que nos llevaremos esta vez. Sí, me refiero a ese lugar llamado librería.

     La librería a la vuelta de la esquina es una opción más que entretenida para todos los amantes de los libros. Un libro que, debido a la confluencia de estilos y relatos, y al nexo compartido, se convierte en una buena opción ya seamos aficionados al género o no.

     Y vosotros, ¿sois aficionados a los cuentos?

     Gracias

miércoles, 13 de enero de 2016

Paris-Austerlitz. Rafael Chirbes


     "Bromeaba, le tomaba el pelo, me reía mientras caminábamos por le sendero de grava. Se prestaba al juego. Colaboraba buscando alguna anécdota divertida que hubiéramos compartido. Se le animaban los cortos pasos de viejo. Las tardes en que me acerqué a verlo al Hôspital Saint-Louis parecía que cicatrizaba la herida que habían dejado nuestros desencuentros (maintenant, on s'aime comme des bons, amis), y que incluso quedaba en suspenso la enfermedad."

     Pocos motivos me restan de dar tras lo dicho en este espacio sobre Chirbes, para justificar la lectura del libro de hoy. Hoy traigo a mi estantería virtual, Paris-Austerlitz.

     Un hombre, ya en Madrid, echa la vista atrás para recordar cómo hace años huyó de su familia a Paris, para pintar, y conoció a un hombre maduro del que se enamoró. Michel, se llamaba, de origen más humilde que él, sólido como un bloque de madera, obrero, que lo cobijó en sus brazos y su casa en la época en que más lo necesitó. Michel amparó a este joven apoyándolo de todas las formas posibles, mientras la relación avanzaba por los caminos del amor y de la pasión hacia las fisuras y las grietas entre paseos y bares. Y lo hace partiendo en su relato de una visita al hospital en que Michel se encuentra ingresado, víctima de lo que se diera por llamar "la plaga", el sida.

     Las novelas póstumas entran dentro de ese territorio tan complejo como emocionante para el lector. Por un lado tenemos la duda de si el autor quiso realmente que se publicara, si estaba finalizada la obra y acaso ya se estaba revisando, o pertenece a uno de esos manuscritos que aparecen el los cajones porque la mano que dio forma a ese texto, decidió que no tendría que llegar a las librerías. O tal vez ni siquiera llegó a concluirlo, por una de esas cosas que tiene la vida. Entonces, fallece su autor y, al cabo de unos meses, vemos un nuevo título y dudamos aún sabiendo que lo leeremos en el caso de estar firmado por uno de esos nombres que seguimos desde hace años. Nos dice Anagrama, que la novela comenzó a escribirse allá por los noventa, y que tras años de escribir y borrar, quedó finalizada apenas unos meses antes de que Chirbes falleciera. Y yo decido creérmelo, y me embarco en su lectura para descubrir un texto escueto, como ya lo hiciera el autor otras veces, directo, y muy pulido, certero, preciso.

     Esta vez el autor no hace una crónica social, o tal vez sí pero de hace unos años. Ese momento en que el sida era casi un tema tabú, y la gente lo veía como una sentencia segura mientras se buscaba en la piel algún signo de padecerlo. A través de un narrador honrado, nos deja un relato, una novelita, en la que se desgranan las fases de una relación que comienza con el ardor de la pasión enfebrecida y se enfría sin remedio camino de una caducidad ya vivida en el caso de Michel, en otras ocasiones. Y sin embargo es el narrador el que nos interesa, porque será él quien hable de sentimientos, de seguridad y progresivo alejamiento. Iremos con él por los bares, dándonos cuenta de que el relato que nos hace de quien fuera su pareja no termina de ser del todo justo, como si de algún modo estuviera quitándose una carga por lo sucedido, y lo hiciera palabra a palabra. Un relato que toma consistencia rápidamente a ritmo de frases cortas y directas, en el que se irán desnudando las verdades que en su momento no quiso reconocer, como la diferencia de clases, y las excusas que jamás expresó como tales en el momento de la enfermedad.

     Me ha recordado en sus formas a la ya lejana Mimoun, a la que siempre recordó Chirbes por ser su entrada al mundo literario. Esta vez tenemos una historia intimista, de pasiones y oscuridad, de soledad, de hombres marcados por sus vidas y diferencias. Una novela que a ratos desgarra, en la que la enfermedad parece transformar la concepción de los sentimientos, y es ahí donde su narrador se desnuda totalmente dejando ver esa parte que siempre se oculta; el miedo.

     Madrid-Chamartín, Paris-Austerlitz dicen en un momento determinado en el texto: como estación de partida y de llegada. Donde empieza y  quizás también donde comenzó a terminar. Como símbolo y como legado póstumo para los lectores amantes de las letras de Chirbes, que nos acercamos sabiendo que ofrece pocas concesiones y mucho sobre lo que reflexionar. Y descubrimos a un Chirbes que nos sorprende y a otro, al de siempre, que sigue ahí.

     Y vosotros, ¿qué opináis de los libros póstumos, cada vez más frecuentes?

     Gracias

     PD. Rafael Chribes ha sido uno de los grandes nombres de las letras españolas en los últimos años. Un hombre honesto y sincero que ha destacado por su saber hacer y pasado desapercibido por su discrección a nivel personal. Por eso he comenzado hablando sobre los libros póstumos (tema que desarrollaré sin tardar) y por eso me niego a entrar en si hay o no referencias personales. No está aquí para responder, todo quedaría en la más pura elucubración cuando de lo que se trata es de saber si hay una buena historia o no detrás de sus páginas. Y, en cualquier caso, lo que me interesa de un escritor es su obra, sus vidas inventadas por encima de la suya propia. Porque esa, no se vende en librerías, ya tiene propietario, y es personal.

martes, 12 de enero de 2016

Los interesantes. Meg Wolitzer


     "Una cálida noche de principios de julio de un año muy lejano, los Interesantes se reunieron por primera vez. Tenían solo quince, dieciséis años, y empezaron a llamarse así con tímida ironía. Julie Jacobson, que era diferente y probablemente incluso un bicho raro, había sido invitada por oscuras razones y estaba sentada en un rindón del suelo sin barrer, esforzándose por no parecer una intrusa pero tampoco dar lástima, un equilibrio difícil de lograr."

     Si tuviera que dar el motivo por el que me llevé este libro, posiblemente no podría encontrar ninguno. Supongo que me llamó la atención el diseño de su cubierta. Sin embargo me sobran motivos para recomendarlo, y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Los interesantes.

     Nixon dimite y seis adolescentes reunen en un tipi de campamento. El campamento es Spirit in the-Woods, un nombre bastante apropiado si tenemos en cuenta que fomenta las artes de sus campistas. Los adolescentes, dos hermanos casi perfectos de buena familia, un hermoso joven hijo de una cantante famosa, una chica explosiva condenada por su aspecto, un pobre y feucho chaval que se pasa horas dibujando un mundo a su medida en libretas de espiral, y una no menos fea chica que acaba de rebote en el campamento y personaje a través del cual, vamos siguiendo la novela. Os presento a Ash y Goodman, Jonah, Cathy, Ethan y Jules. Ellos son, porque así se lo parecen a sí mismos tanto como para ponerse ese nombre, los Interesantes. Y serán sus vidas las que sigamos durante aproximadamente cuatro décadas.

     Cuando comencé la lectura de esta novela, me fue casi imposible no pensar en Los cinco o en El secreto de Donna T. Sin embargo, pronto me di cuenta de que no se trataba exactamente de eso. Los interesantes es una de esas novelas que nos centran en un punto y lugar para luego contarnos una historia que se amplifica hasta obtener una visión de conjunto aplicable a todo nuestro entorno sin que apenas nos demos cuenta de ello.
     Wolitzer nos habla del talento una y otra vez a lo largo de la historia. El campamento es un lugar en el que se reunen chicos con un supuesto talento y digo supuesto, porque en algunos casos no será más que el reflejo de lo que los padres quieran ver en ellos, sin saber que están presionando a sus hijos por encima de sus posibilidades o que, en el peor de los casos, les están haciendo creer lo que no es. Esta es la premisa de la historia y esos chicos a los que conocemos desde las primera páginas y cuya amistad salvo alguna ausencia más que justificada, se dilatará en el tiempo para mostrarnos sus vidas. A lo largo de ellas, y sí, Wolitzer cae en algún cliché como el de la chica dependiente de atenciones y cariño, los ricos que anhelan lo que no pueden comprar y que tienen los menos ricos, y los pobres que miran con envidia las posesiones que les están vetadas, asistiremos a triunfos y decepciones y también a la evolución natural de laspersonas a lo largo de los años. Ese "ser interesantes" tan crucial en la época adolescente va cambiando de significado con el tiempo, pero sin perderse jamás del todo, exactamente igual que la relación entre los protagonistas de la historia. Julie, Jules desde ese primer verano que la transformaría, actúa como eje de esta novela a todas luces coral en cuanto al reparto, lo cual no deja de ser un marcador de la ironía del título, ya que, de todos los itneresantes, ella es la menos interesante sin duda alguna. Y sin embargo también es a la que cogemos más apego, pese a sus defectos mil veces mostrados. Jules es a quien se refiere la cita del principio del libro, la que avisa de los peligros de tener talento sólo a medias. Jules es cualquiera, incluso el lector.

     Wolitzer nos hablará de envidias y traiciones y de amistades y amores, de deseos cumplidos y otros idealizados, y nos enseñará los distintos caminos que se pueden recorrer. Veremos vidas destrozadas, detenciones jamás llevadas a cabo y muchos secretos, decepciones, personas que se pierden y se reencuentran a sí mismas con un poco de suerte. Viviremos una ciudad cambiantes que es Nueva York, y unas personas que cambian junto a ella, evolucionando aunque no siempre sea para bien. Habrá víctimas y verdugos, un gran triunfador... habrá de todo a lo largo de una novela en la que, pese a mantener un dinamismo, lo que destaca son sus personajes principales, esos de los que nos despedimos con pena al llegar a la última página. Los interesantes es una novela de personas, de situaciones, de vida.

     Empezar el año con un buen libro es casi la promesa de una buena línea de lectura. Esta es mi recomendación, un libro que he disfrutado y cuyos párrafos he marcado una y otra vez.

     Y vosotros, que ayer no os pregunté, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

lunes, 11 de enero de 2016

Otra vida. S. J. Watson


     "Subo las escaleras, pero la puerta está cerrada. Titubeo fuera. Ahora que estoy aquí, no quiero entrar. Quiero dar media vuelta, irme a casa. Luego lo intentaré otra vez.
     Pero es mi última oportunidad. La exposición lleva semanas abierta y se clausura mañana. Es ahora o nunca."

     Hay nombres que llegan copando espacio en las mesas y terminan por llamar la atención. Eso es justo lo que ha pasado con S. J. Watson y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Otra vida.

     Conocemos a Julia cuando recibe la noticia de que su hermana pequeña Kate ha sido asesinada en París. Mantenía una relación complicada con ella desde que adoptara al hijo de esta, Connor, y la noticia hace que se pregunte qué ha sido de la vida de su hermana. Conocerá a una amiga de Kate, y de este modo descubrirá la afición de su hermana por el cibersexo y los contactos con hombres a través de la red, y será precisamente este dato el que utilice para comenzar a investigar qué sucedió realmente con Kate y quién la mató.

     Este año pasado parece que se ha puesto de moda el término domestic noir, que no es otra cosa que una novela en la que la policía es sustituida por una persona corriente que se dedica a investigar un crimen. Nada que no llevemos viendo años en novelas, pero que al fin ha encontrado una etiqueta en un momento en el  que parece estar de moda etiquetar.
     La trama de la novela, me ha parecido bastante sencilla. El autor se acerca al cibersexo, las relaciones ocultas en las que la protagonista parece intentar llevar una doble vida; es decir, mantener su vida familiar que hace aguas, y alternarla con una suerte de espejo de lo que ella supone que sería la vida llevada por su fallecida hermana. Sin embargo, y fiel al uso de una investigadora de "a pie", las cosas se le complican ya que se involucra demasiado. Hablando de modas, la protagonista es una mujer con un pasado problemático, incluso oscuro que la acecha aún en el presente. Con un cierto regusto a novelas como La chica del tren, veremos como roza en algunos momentos el desequilibrio y habla de adicción. Sin embargo, hay que decir que esta parte está muy bien relatada, esa ruptura y partir de cero para rehacer una vida mientras los fantasmas siguen acechando probablemente sea lo mejor de la novela, y para ello hace un buen uso de los tiempos presente y pasado dándonos a conocer a un personaje que pretende ser más complejo de lo que termina resultando. El otro punto de apoyo son las relaciones vía internet y la certeza única de no saber realmente quién está al otro lado pese a lo que nos esté contando. Y, si bien lo que nos dice Watson es cierto, cae en el cliché fácil mil veces conocido desde que la gente se relacionaba a través de anuncios en periódicos o revistas de contactos.
     El resultado es un thriller que me ha quedado bastante cojo, pero que resulta entretenido si uno no aspira a nada más. Nada que ver con su primera novela, No confíes en nadie, que fue de lo más original que leí en el año de publicación. Esta vez la historia no convence ni siquiera con un final que me ha parecido insulso y bastante predecible por mil veces visto.

     Otra vida es una novela ligera con una cierta dosis de intriga que se lee sin esfuerzo y que, posiblemente, dure poco en la memoria del lector. Entretenida.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

     PD. El book tráiler:



viernes, 8 de enero de 2016

Un juego para toda la familia. Sophie Hannah



         "Si las personas a las que estoy a punto de conocer en mi nueva vida se parecen siquiera un poco a las que voy a dejar atrás, me harán la pregunta en cuanto puedan salirse con la suya. En mi fantasía no tienen nombre ni rostro, no son más que voces: elevanas, pero sin excesos. Debidamente informales.
     "¿Y tú qué haces?"

     Conocía  esta autora con su resurrección de Poirot en Los crímenes del monograma, un libro que disfruté regular debido a mis prejuicios sobre zombificar personajes desaparecidos hace tiempo. Eso hizo que, pese a la peculiar cubierta, me decidiera a dar una oportunidad limpia a su autora, y por eso precisamente, hoy traigo a mi estantería virtual, Un juego para toda la familia.

     Conocemos a Justine, una ejecutiva de televisión que decide dejar su trabajo  y alejarse delmundo junto a su marido y su hija Ellen. Lejos de todo y con todos los lazos de comunicación con su anterior vida rotos, lo que menos espera es recibir llamadas amenazantes apenas se ha instalado en su nueva casa. Además, su hija adolescente está sufriendo un cambio delante de sus propios ojos mientras escribe un inquietante relato sobre unos asesinatos en su propia casa. Justine decide hablar con su hija y se encuentra a una chiquilla que lo está pasando mal por la expulsión de un amigo de instituto, y aquí la trama comienza a retorcerse porque el instituto niega la existencia de dicho alumno mientras su hija aporta pruebas de lo contrario. Y las llamadas siguen, invadiendo su espacio privado con datos de la propia Justine.

     Un juego para toda la familia es un libro retorcido. Y creo que esa sería la perfecta definición para una trama en la que la autora parece decidida a rizar el rizo hasta la última página llegando a jugar con el lector haciéndole creer que tal vez ni siquiera vaya a resolver el misterio porque lo da ya por entendido. Justine, su protagonista, no sólo se ve enredada en una trama a grandes ratos realmente imposible, sino que juega con esa imposibilidad para confundir al lector sin necesidad de hablar directamente con él. Haciendo uso de todas las técnicas narrativas a su alcance, Sophie recurre al relato de la hija de la protagonista y de otro alumno para dirigirse directamente al lector, traspasando esa cuarta pared existente en toda obra rígida, y convirtiendo a ese narrador de la ficción de la novela, en un interlocutor directo que nos pregunta si ya hemos resuelto el misterio cuando apenas quedan un puñado de páginas para el final. Todo está relacionado en esta novela: el presente, el pasado, los relatos escritos por unos chiquillos y la trama principal. Y todo tiene cabida como posible solución, mientras se nos recuerda que no hay que caer en la tentación de pensar que "porque algo sea totalmente inverosímil, no hay que darlo por cierto" (y uno se pregunta, ¿no debería de ser al revés?) y que no hay nada que sea tan imposible como para que a alguien no se le haya ocurrido.

     Hagamos entonces una pequeña hoja de ruta: tenemos a una mujer que corta comunicación con una vida de éxito (y queremos saber el motivo) para mudarse a otro lugar. Allí recibe amenazas, siendo esta la trama principal, cada vez más personales. Por otro lado tiene una hija con un extraño e inquietante relato, cuyo origen y final necesitamos saber para descubrir de dónde lo ha sacado, pero que está deprimida por un suceso con un compañero que parece vivir rodeado de enigmas. Y además tenemos mentiras, vandalismo, casas al otro lado del río, y mentiras, muchas mentiras. De hecho, lo único fiable de esta novela es el narrador. Un narrador que nos va sembrando de dudas y va haciendo encajar un complicado engranaje hasta llegar a un final redondo para este tipo de historia (y no añado ningún calificativo más para no dar pistas).

     Hoy traigo un libro que me ha sorprendido por su pulso y técnica narrativa, un gran juego de espejos en el que el lector camina mientras se va haciendo la luz por una trama llena de posibles imposibles... o de imposibles posibles. No me cabe duda de estar ante un ejercicio notable de una escritora que quiero seguir explorando.

     Hoy me voy a permitir un momento cotilla, ¿qué libro os trajeron los Reyes Magos?

     Gracias

martes, 5 de enero de 2016

El dolor que nos une. David Mark


     "Sigue adelante, sigue adelante, solo es dolor, respira y corre. ¡Respira y corre, joder!".
     Resbala. Patina sobre la sangre y el hielo. Ru8eda sobre la nieve y oye un ruido, como una rasgadura de papel. Nota que se desprende el colgajo de piel quemada que le pendía del pecho como una vela, tras engancharse en una piedra inclemente.
     Su grito tiene algo de inhumano. Algo primario, indómito."

     Cuando vi este libro no me lo pensé demasiado para llevármelo a casa, sin ningún motivo concreto ni mirar la sinopsis siquiera. Me gustaron, supongo, el título y la cubierta con esa mujer de espaldas caminando sobre la vía. Hoy traigo a mi estantería virtual, El dolor que nos une.

    Una mujer de mediana edad aparece muerta con el torso destrozado. El caso se lo queda la Unidad de Delitos Graves y Crimen Organizado, dirigida por Trish Pharaoh, y la investigación recae sobre el sargento Aector McAvoy, un hombre casado con una mujer romaní a la que salvó de un feroz ataque hace años, con hijos y enamorado de su familia, al que el trabajo ha llenado de cicatrices. Pronto a este cuerpo se le unirán más y McAvoy comenzará a tirar de un hilo que le llevará a sucesos ocurridos hace años. La brigada además no se dedicará a este caso al completo, ya que está investigando un problema de tráfico de drogas que también interferirá en algún momento en la vida de McAvoy.

     Como comenzaba explicando me acerqué a este título sin idea alguna de lo que me iba a encontrar, y o ha sido hasta finalizada su lectura que no he investigado y descubierto que es el tercer volumen de la saga protagonizada por el detective McAvoy. No diré que me haya cogido del todo por sorpresa, ya que lo pone en la primera página, pero me dio pereza buscar los anteriores y decidí probar con el que tenía delante. Terminado el  libro tengo que decir que no me he tropezado con ningún escoyo ni he notado laguna alguna durante la trama que me haya impedido mantener mi ritmo de lectura normal.

     Con un ambiente asfixiante que el autor potencia al colocar la ciudad bajo una terrible ola de calor y humedad en la que no termina de llover y relajarse el ambiente, esta novela negra arranca con acción desde la primera página. Sin embargo que eso no de a entender que estamos ante uno de esos libros que nos llevan sin aliento ya que, pese a todos los muertos, todos los secretos y las tres tramas cruzadas, el autor es capaz de otorgar más importancia a los personajes y las relaciones entre ellos y lo que va sucediendo que a los hechos en sí. Eso proporciona una lectura detallada pero no pausada, que nos permite ir fijándonos en cada conexión y haciendo nuestras propias cábalas desde el primer tercio de la novela. La profundidad de los personajes es otra característica a destacar de la novela, ya que pronto descubrimos que McAvoy es un hombre lleno de cicatrices que sólo aspira a la seguridad y el amor de su hogar, conocemos a su mujer que, pese a que desde el primer momento sabemos que fue rescatada por el propio sargento, jamás se nos presenta como víctima o débil. Más casi como sostén de este hombre que no puede relajarse hasta que no cierra la puerta de su casa, y ni entonces. Y frente a este ambiente, la perversidad. Tanto la trama de los asesinatos como la del narcotráfico están marcadas por la oscuridad de los personajes, la crueldad, el poder y la maldad.
 
     El dolor que nos une es una novela francamente entretenida y bien rematada en la que perderse unas cuantas horas. Me ha gustado, quizás esta vez me toque leer hacia atrás.

     Y vosotros, ¿sois maniáticos de leer en orden o también hay sagas que habéis comenzado por mitad?

     Gracias

lunes, 4 de enero de 2016

Vi a un hombre. Owen Sheers


     "El acontecimiento que les cambió la vida a todos tuvo lugar una tarde desábado de junio, pocos minutos después de que Michael Turner -pensando que la casa de los Nelson estaba vacía -se colara por la puerta de atrás."

     No siempre sabemos qué nos lleva a leer un libro, en mi caso, cuando me lo encontré en la librería recordé alguna palabra suelta que me había llamado particularmente la atención en la reseña de @yossibarzilai y eso hizo que me lo llevase a casa. Hoy traigo a mi estantería virtual, Vi a un hombre.

     Cuando Caroline muere en un desafortunado accidente en una zona de conflicto, Michael se siente devastado. Deja una vida que empezaba y se muda a Londres donde intentará seguir escribiendo. Sin embargo, su vida cambia una vez más el día que entra en la casa de sus vecinos y nuevos amigos a buscar un destornillador. Lejos está de saber que se va a encontrar en el centro de una tragedia que le hará sombra el resto de sus días.

     Vi a un hombre es una novela que ahonda en el sentimiento de duelo por parte del hombre, masculino, y también en los tentáculos de la culpa. Michael pierde su mujer, y descubre quién es el causante de ese accidente, ya que aplastado por la culpa, decide escribir una carta confesando lo sucedido, vomitando ese peso que amenaza aplastarle. Mientras eso sucede y Michael gestiona su reacción ante esta carta se ve involucrado en una situación trágica, un día cualquiera en el que el pesar le rodea es testigo de una muerte. Y el ser humano, ante la muerte de un ser querido tiende a culpabilizar, o culpabilizarse. Michael por no saber reaccionar, otro hombre por no estar, y ambos se verán unidos por ese sentimiento que les impide tanto conciliar el sueño como retomar sus vidas con normalidad. Y también el silencio con el que parecen haber sellado un pacto que ni siquiera ellos conocen. Será esta culpa la que dirigirá toda la historia en la que el autor incluye infidelidades, mentiras, traiciones y juicios de valor. Una historia que podría haberse quedado en lo superficial buscando entretener al lector, pero que se adentra firmemente en uno de los sentimientos más comunes y a la vez más devastadores: la culpa.

     Un tratado sobre cómo el ser humano se adapta para intentar sobrevivir y como las relaciones humanas se complican. Una demostración en papel de que la vida puede ser retorcida cuando quiere ponerle las cosas difíciles a alguien, en la que la justicia no está garantizada ya sea para bien o para mal. No resulta difícil ver el interior de cada uno de los tres hombres, entenderlos, no buscar justificarlos pero incluso en algunos casos perdonar aquello que ellos parecen no ser capaces de hacer. En ese sentido, es todo un ejercicio de desnudo. Como también lo es esa representación del duelo masculino, menos expresiva, más cerrada. La profundidad de los sentimientos en los personajes de la novela de Sheers sorprende por lo complejo, por lo humano. Personas de las que realmente no conocemos demasiado, pero que sufren un terremoto en su vida y se abren a través de las palabras del autor que consigue representar todo ello de una forma casi hermosa en sus letras.

     Vi a un hombre ha sido una sorpresa muy positiva, una novela que me ha durado un suspiro entre las manos y bastante más en la cabeza en la que ni siquiera el final da la tregua que el lector parece buscar.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias