viernes, 31 de marzo de 2017

La defensa. Vladimir Nabokov


    "El propio Luzhin ha tenido que esperar treinta y cinco años hasta ser editado en lengua inglesa. Si bien es cierto que a finales de la década de los treinta hubo algunas esperanzas cuando un editor estadounidense mostró interés por la obra, resultó pertenecer a esa clase de editores que desean convertirse en la musa masculina del autor,  y nuestra breve relación terminó abruptamente cuando me sugirió que sustituyera el ajedrez por la música y convirtiera a Luzhin en un violinista demente."

     De Nabokov me gustan sus formas, su cuidado en los detalles, que puede permanecer oculto a ojos del lector que no va prestando toda su atención, y también su entusiasmo. Por eso poco a poco voy leyendo su obra. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La defensa.

     Conocemos a Luzhin cuando es aún un niño. Vive en un mundo que le resulta hostil, al que no se adapta. Sin embargo, pronto encuentra en el ajedrez su propio mundo, su defensa contra el externo, y además demuestra ser un niño dotado, un genio en realidad. Ahí Luzhin se siente cómodo. Pero los años pasan y aparece el amor, y el ajedrez queda en un segundo plano, al menos de forma literal, porque su mente sigue viendo el mundo como una gran partida que hay que ganar.

     No se puede hablar de este libro sin comenzar por el prólogo. Un prólogo escrito por el propio autor y que es la mejor de las críticas que uno se pueda encontrar. En él, no solo vemos el entusiasmo de Nabokov por esta obra, además nos irá dando pistas de detalles en los que nos tenemos que fijar, incluso nos desvela el final. Supongo que, si es capaz de hacer algo así, ya significa que todos aquellos que pensaron que el final de este libro era sorprendente, no se fijaron tanto en los detalles como el autor esperaba. O tal vez no quiso el propio Nabokov que valorásemos ese final de una forma diferente porque, una vez conocido lo que nos cuenta en dicho prólogo, se antoja inevitable que el libro concluya como lo hace. En todo caso, advertidos estáis tanto de lo indispensable de su lectura, como de su contenido, para poder elegir si se hace antes o después de conocer la historia.

     En cuanto a la novela propiamente dicha, Nabokov vuelve a hacer gala del cuidado en los detalles, la descripción minuciosa, el lenguaje bien elegido (y conservado gracias a una buena traducción). Su proptagonista, tal vez por ser conocido en su infancia, queda perfectamente dibujado para el lector que termina por conocerlo casi a la perfección. Un casi que viene a apoyar su realismo, ya que muchos escritores olvidan que el ser humano puede ser impredecible en determinados momentos. Nos va dejando además, alguna pista cuyo significado iremos descubriendo a medida que avanzamos en la novela, como son por ejemplo esas referencias a luz y oscuridad que hay referidas a la vida, y que uno, al pararse a pensar, descubre no sin cierta sorpresa, la lógica comparación con los colores de un tablero de ajedrez. Y es que, ahí están los detalles del placer extraordinario de leer a Nabokov, el saber que estamos ante la palabra escogida, la prosa selecta, el título perfecto: La defensa.
      Justo eso es lo que urde el protagonista, que vive en un permanente estado de búsqueda y hallazgo. El ajedrez como defensa del mundo, la vuelta al mundo que sigue viendo como una enorme partida que hay que ganar, la búsqueda entonces de una defensa contra el mundo; la defensa final. La vida como partida, el ajedrez como enroque, pero.. ¿Qué sucede entonces si el lector no sabe nada de ajedrez, o no le gusta o sencillamente no le interesa? Pues no pasa absolutamente nada. En ese caso, observaremos la historia, la disfrutaremos, y lo haremos igualmente con los mismo detalles. Tendremos un protagonista ajedrecista, de mente analítica, cuyos pensamientos se irán agrupando de forma ordenada y metódica como una gran partida, que será la que todos jugamos, la de la vida.
Y disfrutaremos igual, tal vez incluso más.

      Me gusta leer a Nabokov. La defensa no es una de sus grandes novelas, pero es una perfecta muestra de lo que es escribir bien, y no dejar absolutamente nada al azar. Fijarse en cada detalle hasta componer una obra redonda en contenido y también en las formas. Y el lector, como me pasa a mi, tal vez no sea un entendido o un esteta literario, pero la armonía se percibe incluso con los ojos cerrados.
   
     Os invito a conocer a Nabokov, a olvidaros del sexo, a ignorar a Lolita. Os invito a adentraros en la obra de un gran escritor.

     A veces identificamos a un escritor con uno o dos títulos olvidando el resto de su producción, ¿hay algún escritor con el que os suceda eso al pensar en su nombre?

     Gracias.

jueves, 30 de marzo de 2017

Según venga el juego. Joan Didion


     "¿Qué hace malvado a Iago?, preguntan algunos. Yo nunca pregunto.
     Otro ejemplo, uno que me viene a la cabeza porque esta mañana la señora Burstein ha visto una cascabel pigmea entre las alcachofas y desde entonces está intratable: yo nunca pregunto por las serpientes."

     Comencé a leer a Didion por su nombre, razón de lo más superficial, para descubrir una voz diferente capaz de susurrar al oído sus historias al lector. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Según venga el juego.

     Conocemos a María, una mujer con una carrera opaca y un marido director de cine bastante más afamado que ella. Tiene con él un matrimonio que hace aguas, una hija internada en un centro para niños con necesidades especiales y una falta de entendimiento visible de esas que terminan en fractura. La conocemos embarazada...

    Según venga el juego es una novela sobre una mala mano de póker. Solo que no habla de juegos de cartas. Habla de la vida de una mujer en un entorno de oropeles y famas que es eclipsada por cualquiera. Sobre todo por sus propios miedos. María está dejándose caer poco a poco en una espiral de... de nada, y eso es lo desgarrador de la novela. Es una mujer sin éxito, sin un matrimonio que se sostenga y, sobre todo, sola. Conocemos así a una persona que parece ir siempre al lugar que le dicen sin elegir ella jamás, y que pasa de la dejadez al hastío y de este al borde de una depresión. María escucha una voz al teléfono que le dice dónde ir, también a su marido que le dice qué pensar, a la enfermera de su hija... ella escucha a todo el mundo y cuanto más escucha, más se deja, más se pierde. Eso es lo terrible de la historia de María, que vemos como se abre y sangra dejando ver el vacío de una vida a la que parece no encontrar sentido.
Didion consigue a través de capítulos cortos, mostrar el otro lado del Hollywood de los años setenta. No se trata de focos y glamour, no. Habla de sombras, drogas, suicidios y tristeza, como si se empeñara en obligarnos a mirar el polvo que se oculta detrás de la puerta, la suciedad de las esquinas de las salas de estreno. Y lo hace de una forma tan efectiva que duele. Nos fijamos en sus frases, aparentemente desconectadas, en sus capítulos que casi parecen pequeños flashes, relatos de una vida, y también en el realismo de las líneas de la propia María. Y paramos la lectura para tomar aire. Porque a veces, en menos de doscientas páginas, nos podemos quedar sin aire, exactamente igual que una vida se puede quedar sin ilusión.

     Me gusta Joan Didion. Me gustan sus letras y su forma de escribir alejada de lo convencional y más cercana a eso que se viene llamando literatura posmoderna. Me ha gustado Según venga el juego. Elegid un título, y leed a Didion.

     Gracias.

     "Pues eso. Soy lo que soy. Buscar razones no tiene sentido."

martes, 28 de marzo de 2017

La química. Stephenie Meyer


     "La tarea de aquel día se había vuelto rutinaria para la mujer que en ese momento se hacía llamar Chris Taylor. Se había levantado mucho antes de lo que habría querido para desmantelar y guardar sus medidas de precaución nocturnas. Era un auténtico incordio colocarlo todo por las noches para luego tener que desmontarlo a primera hora de la mañana, pero no merecía la pena arriesgar la vida por permitirse un momento de pereza."

     Que la curiosidad mató al gato es algo por demostrar, así que muchas veces ese es el único motivo que me lleva a elegir un libro. Por eso, por la curiosidad, hoy traigo a mi estantería virtual, La química.

     Conocemos a una peligrosa mujer, la química, que vive obsesionada por su seguridad debido al peligroso trabajo que ha desempeñado. Torturaba para conseguir información utilizando temibles mezclas químicas. Ahora la vamos a llamar Alex, y ya no trabaja para el gobierno. Su situación se ha vuelto peligrosa, máxime cuando compañero y mentor muere. Sin embargo, tal vez un último encargo pueda ser una vía de salida... o una trampa mortal.

     Y si tus lectores crecen, crece con ellos. Es algo que ya hizo Rowling, adaptándose a la edad de quienes comenzaron su periplo lector con el mago. Y ahora le ha tocado a Meyer. De Crepúsculo a La química, con una pequeña parada para hablar de parásitos extraterrestres en un libro que no era ni para jóvenes ni para adultos, o tal vez pretendía ser para todos, hay un salto de edad en el rango lector. No solo aso, además, como si renegara de lo escrito, que no de lo ganado, opta por una protagonista diametralmente opuesta a su famosa Bella. Aquí no hay un hombre para salvarla ni tampoco para guardar su sueño, ella se vale sola y además es quien cuida y protege llegado el caso. De lo de vigilar mientras duerme que no le pase nada, mejor ni hablamos teniendo en cuenta las exageradas medidas de seguridad que toma cada noche. Con este desembarco, es fácil suponer el camino que tiene la novela, escrita de esa forma que se dice cinematográfica, y que lo que suele representar es la clara intención por parte del autor de ver su historia en la gran pantalla.
     Si algo tiene en común con las anteriores historias de Meyer, es su capacidad de entretener a casi cualquier lector. Con un ritmo no demasiado rápido y sin detenerse en largas descripciones, es fácil dejarse llevar por una trama que nos puede resultar vagamente familiar a pedazos de otras novelas ya leídas y olvidadas. Exactamente igual que nos sucederá con este pasapáginas cuyo final se nos antoja previsible y, si me lo permitís, parte romántica infumable. Y es que no he sido capaz de creerme ninguno de los vestigios de romance que aparecen en la historia, ni el principal ni el Estocolmo express, y cuando un libro me hace levantar la mirada y murmurar un "venga ya"... me ha perdido. O casi. De hecho, si me quedo con algo de esta novela es con la vía canina, ya que tampoco hay grandes sorpresas en el giro argumental.

       Pero... seamos justos y desandemos el camino. Meyer ha escrito una novela entretenida en la que ha mezclado la mayor parte de los ingredientes del éxito. Además ha tenido en cuenta el público que ya conoce su nombre, y que ya serán mujeres adultas o casi adultas, y ha dotado a la protagonista de la fuerza y el carácter que le faltó en su día a Bella, además de joyas y artificios mortales y un más que dudoso carácter que parece querer hacer dudar en un primer momento al lector sobre si la química es buena o mala en esta novela. Un poco de amor, escenas de acción... un libro, en definitiva, que se deja leer si uno no se hace demasiadas preguntas, o tiene algún conocimiento extra, y que entretiene durante unas horas, que será lo que tardemos en olvidarlo.

     Como comentaba, hay escritores que han dado el salto al libro para adultos con los años, pero que eran conocidos por su literatura dirigida a jóvenes lectores. Así que decidme, ¿os habéis animado con alguno de estos nombres?

     Gracias.

lunes, 27 de marzo de 2017

Morir en primavera. Ralf Rothmann


     "El silencio, el rechazo absoluto a hablar, especialmente sobre los muertos, es un vacío que tarde o temprano la vida termina llenando por su cuenta con la verdad."

      Así comienza esta novela de título compartido con un viejo álbum de Loquillo. Y es que, hoy traigo a mi estantería virtual, Morir en primavera.

     "El escritor eres tú" dice Walter Urban esperando la muerte a su hijo, que siempre se preguntó qué ocultaba el atronador silencio de su padre. Incluso le dejó unos cuadernos con la esperanza de que relatara en ellos aquello que llevaba callando tanto tiempo. Y eso fue lo que obtuvo y por eso se convierte en narrador para relatarnos la historia de su padre cuando, con 17 años, fue reclutado junto a su amigo Fiete para un comando de las SS. La Guerra ya está agonizando, estamos en 1945 y jóvenes iletrados son reclutados y apenas preparados para enviar a luchar al frente, dejándoles tan solo la salida de la deserción para evitarlo.

     Hay un momento en el que las historias reales se ficcionan tanto, o se relatan tanto en la forma que sea, que comienzan a perder pie en la realidad. Por eso es necesario que haya novelas que nos obliguen a creer lo relatado, que nos hablen uniendo pasado y presente sin dejarnos escapatoria durante la lectura. Y eso hace Morir en primavera Ralf Rothmann al relatarnos la más que probable historia de su padre.

       Es muy importante en este caso, quedarnos con el principio del libro. En él se habla del silencio de un hombre recio, de cuerpo agotado por el duro trabajo en la mina, y alma forjada mucho tiempo atrás. Un silencio que solo mantienen quienes sufrieron lo indecible, aunque ni siquiera fueran heridos. Y que reconocemos desde las primeras páginas como uno de esos que llaman silencios de vida, que marcan a todo aquel que rodea a quien lo sufre, como si ellos fueran los que lo padecen. Así es como el autor entra en la SegundaGuerra Mundial, desde la historia personal, lo privado, desde el baile en el pueblo que se convierte en una encerrona para reclutar a cualquiera que sirva para la guerra. Una guerra que sabiéndose perdida por las grandes esferas, intuyéndose incluso perdida por aquellos que se envían a luchar, ha de seguir batallándose bajo pena de muerte ante la negativa. Sin opciones, sin medios caminos, sin posibilidad de huir. Y las guerras son crueles, y obligan a forjar caminos encontrados, y la brutalidad de la guerra no tiene límites y destroza familias, pero aún más corazones.Y provoca silencios por motivos capaces de sobrecoger el alma del lector más duro... porque los sabe reales y no necesitan de terribles campos de concentración para hacerlo.
   
     Es curioso como uno de los mejores libros publicados sobre la Segunda Guerra Mundial se ha quedado en lo pequeño, y además ha contado su historia desde el interior del bando de los malos, que nadie pone en duda ni la puso jamás que lo sean. Y tampoco Rothmann. Pero si hace que veamos que no todo es lo que parece y que cada historia está formada por multitud de ellas pequeñas que nos pasaron desapercibidas. Añade además una reflexión, que deja caer en la cita con la que comienza el libro, sobre los pecados heredados de sociedades que parecen condenadas a seguir sufriendo por los terribles pecados cometidos por otros que simplemente nacieron dentro de sus mismas fronteras. Y es que, en el fondo, esta novela trata sobre uno de los temas universales de la literatura: y no, no es el amor, Rothmann nos habla de la culpa.

     Morir en primavera es una gran novela llena de escenas magníficas que irán a fuego grabadas en la retina del lector.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

     "Los padres comieron las uvas agrias y a los hijos les dio dentera."
Ezequiel.

viernes, 24 de marzo de 2017

Nuestra Señora de París. Víctor Hugo


     "Ella, sin decir una sola palabra, se aproximó al reo, que se retorcía en vano para librarse de ella, y soltando una calabaza que a guisa de recipiente tenía atada a la cintura, la acercó muy despacio a los labios áridos del desdichado."

     Qué difícil es recomendar un clásico, y que necesarias son algunas lecturas. Hoy traigo a mi estantería virtual, Nuestra Señora de París.

     Estamos en París en el siglo XV, allí conocemos a la gitana Esmeralda, a Quasimodo, un joven deforme campanero de Notre Dame y protegido del archidiácono Frollo, al poeta Gringoire, enamorado de Esmeralda y al capitán Febo, de quien se enamora la gitana. La historia comienza cuando Frollo encarga a Quasimodo que secuestre a Esmeralda y Febo lo impide, deteniendo al joven. a partir de ahí, la historia se complica.

     Una vez más una editorial, esta vez gracias a Benjamin Lacombe y sus ilustraciones, eleva un libro hasta convertirlo en una joya. Y en este caso elige al gran Víctor Hugo, y una de las obras cumbres del romanticismo, Nuestra Señora de París. Dividida la novela en dos partes que respetan el texto, que de hecho se compone de once libros, un simple vistazo al diseño y calidad de sus cubiertas puede parecer suficiente para decidirse a la compra, sin embargo, y como sucede con otros libros de Lacombe, lo mejor está en el interior.

     Pero hablemos de la historia, una historia conocida por todos pero leída por mucha menos gente de la que pudiéramos pensar. Una historia que, además, fue tocada y trastocada por Disney, que la adaptó a sus necesidades pervirtiendo el significado de la novela en muchas de sus partes, y llevando a mucha gente a error amén de quitar lectores por eso de saber ya lo que sucede en el libro. Esmeralda, tachada muchas veces de mujer fatal, es un personaje que en realidad se aleja mucho de lo que pudiéramos pensar de dicha etiqueta y, si bien tiene momentos de bondad, como su trato hacia Quasimodo, también gira burlándose del poeta sin pudor alguno. Los personajes masculinos, en cambio, están mucho más definidos, destacando, cómo no, Quasimodo. Pero no es una historia a dos, es una historia de amor trágica llena de trabas para sus protagonistas, en la que todo parece indicar que el autor nos dirige con pulso firme hacia un final trágico. La obsesión malsana de Frollo, el carácter ególatra y engreído del capitán, la multitud, el poeta enamorado, el secreto descubierto... y las gárgolas. Porque todo sucede de una forma u otra, al amparo de la sombra proyectada por Notre Dame, todo bajo la mirada de sus ya famosas gárgolas que, por supuesto, ni se pasean, ni cantan como hicieran en la película de Disney que pretendió hacer pasar por infantil una historia que está a años luz de serlo. No pensemos sin embargo que en el libro solo hay catedral. Víctor Hugo habla de la ciudad entera, pero la imponente presencia de Notre Dame la convierte en un personaje más de la novela, y eso es justo lo que ha sabido captar y recrear Lacombe en sus magníficas ilustraciones.

     Comenzaba diciendo que recomendar un clásico es una tarea complicada. Sin embargo, la lectura de estos libros que han sido capaces de resistir el paso de los años inmutables, emocionando a generaciones de lectores, es algo necesario. En ellos encontramos las fuentes de los que en otro tiempo serán clásicos y se están escribiendo hoy en día, y descubriremos como placer añadido, que pasadas las primeras páginas, pueden ser tan atractivos y adictivos como cualquier otro libro. Y es que, la palabra clásico, provoca muchas veces un cierto rechazo del lector que lo identifica con tedio nada condensado en una extensión de 700 páginas.

     Mi experiencia en esta relectura ha sido fantástica. Me he descubierto presa de las letras de Víctor Hugo igual que lo estuve la primera vez. Os recomiendo este título, al autor, la edición... pero, sobre todo, os recomiendo que os acerquéis a los clásicos sin reparos.

     Y vosotros, ¿sois lectores de clásicos?

     Gracias.

jueves, 23 de marzo de 2017

Tres noches. Austin Wright


     "Todo se remonta a la carta que Edward, el primer marido de Susan Morrow, le envió a ésta en septiembre pasado. Había escrito un  libro, una novela: ¿le gustaría leerla? Susan se quedó desconcertada porque, aparte de las postales de Navidad firmadas "Con cariño" que le enviaba la segunda esposa de Edward, hacía veinte años que no sabía nada de él."

     Con la aparición de la adaptación cinematográfica de esta novela, recordé su lectura. Y eso me llevó en lugar de al cine, a releer. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Tres noches.

     Conocemos a Susan, una mujer de mediana edad casada por segunda vez, profesora y con un marido no demasiado perfecto. Y también a Tony Hasting, de edad similar, también profesor y también casado. Hasta ahí parece que no es nada extraordinario, salvo que Tony es el protagonista de la novela que está leyendo Susan, titulada Animales nocturnos. Y que el autor de esta novela es Edward, ex marido de Susan y del que no había sabido nada en los últimos veinte años. Susan comenzará la lectura de Animales nocturnos y le llevará tres noches.

     Estamos en la forma más literal de la metaliteratura, que es meter un libro dentro de otro. En este caso, el autor nos llevará a la lectura obligada de Animales nocturnos a la par que iremos conociendo a Susan y su vida en sus reflexiones durante la lectura de dicho libro. De este modo no solo la iremos conociendo, también a Edward, el autor. Ahí Austin nos dará la parte más psicológica del libro, mientras que Animales nocturnos será una novela que no da tregua al lector, convirtiendo a su protagonista en una más de la historia y obligándonos a pensar el propósito de esta. Encontramos también reflexiones literarias, lo que provoca el sentimiento de estar ante una novela híbrida que mezcla demasiados estilos como para poder encasillarla en una única etiqueta.
     En cuanto a las dos historias, lo tuve claro desde el primer momento, será Animales nocturnos la que lleve el peso de la novela negra, mientras que la parte protagonizada por Susan será más de atmósfera, psicológica. Y, posiblemente, el gran acierto del libro es convertir a través de Susan en lector activo a quien tenga el libro en la mano. Sin embargo, y pese a que la historia es muy entretenida y original, tiene un pequeño momento en que decae al final del segundo día, y del que se recupera sin llegar a alcanzar la frescura de las primeras páginas; quizás porque el final no es todo lo sorprendente que hubiéramos deseado. Con todo, uno sale de la lectura con la sensación satisfecha de haber pasado unas horas francamente entretenidas buscando el motivo y relación del curioso envío que recibe la protagonista.
     Los personajes son conocidos a la perfección por el lector y, en mi caso, se ha producido un curioso fenómeno, y es que no ha despertado mi simpatía ninguno de ellos. Lo cual, lejos de empañar la lectura, la ha convertido en algo mucho más interesante. Hacía tiempo que no me sucedía esto, normalmente mis afinidades suelen estar repartidas, incluso equilibradas y, aunque el protagonista no me agrade demasiado, encuentro otros personajes que situar al otro lado de la balanza.

     Tres noches es un libro diferente y entretenido, bien estructurado para que el lector jamás se pierda en sus historias entrelazadas que os recomiendo si buscáis una lectura que se salga de lo habitual. Eso sí, os aviso, no es tan negra como la pintan.

     Y vosotros, ¿recordáis el último personaje que despertó vuestra antipatía?

     Gracias.

martes, 21 de marzo de 2017

El valle del óxido. Philipp Meyer


     "La madre de Isaac llevaba muerta cinco años, pero no había dejado de pensar en ella. Vivía solo en la casa con el viejo, tenía veinte años, era pequeño para su edad, se le podía confundir fácilmente con un niño. Era última hora de la mañana y cruzaba deprisa el bosque en dirección a la ciudad; una figura pequeña y delgada con mochila, procurando que nadie lo viera. Había cogido cuatro mil dólares de la mesa del viejo; "Robado" se corrigió. La fuga del manicomio. Si alguien te ve esto va a ir en plan: "Silas, suelta a los perros.""

     Así comienza la última novela de Meyer, con una referencia al Julio César de Shakespeare. Y esta última novela en nuestro país, primera en realidad, es la que hoy traigo a mi estantería virtual, se trata de El valle del óxido.

     Conocemos a Isaac, un chico brillante que no pudo salir de su casa para estudiar por cuidar a su padre, y a Billy, quien con una beca deportiva también pudo salir de su hogar, pero tampoco lo hizo. Son dos jóvenes que no parecen tener nada más en común, hasta que el destino les une el día que deciden dejar su hogar, y les coloca en una situación que acaba con una muerte violenta cambiando sus planes.

     Sería muy fácil hablar de la Gran Novela Americana, de Steinbeck, De ratones y hombres y citar las frases cortas de McCarthy, pero son comparaciones demasiado manidas en la literatura. Meyer nos coloca en un pueblo de Pennsylvania, y con su frase el valle del óxido describe a simple vista el eco de un tiempo pasado que ha dejado ese color a lo largo de su paisaje. Viejas fábricas abandonadas, prisión, almacenes, maquinaria con herrumbre, ferrocarriles... eso es este valle. Y así son sus habitantes, que parecen condenados a no brillar, y si lo hacen, como la hermana de Isaac que consigue ir a Yale, condena con eso al hermano a quedarse cuidando del padre. Ese es el mundo que nos presenta Meyer, un mundo ya conocido al que tampoco aporta nada nuevo, sin necesitar hacerlo. De hecho, quizás el mejor recurso de toda la novela sea precisamente ese, su esfuerzo por mantenerse dentro de los cauces normales, evitando las extravagancias tanto como los clichés rurales americanos.

     Meyer divide el libro en seis partes, y va cambiando de personaje en los capítulos de tal forma que conocemos el entorno de nuestros protagonistas. Grace, por ejemplo, la madre de Billy, que es junto al sheriff Harris uno de los mejores personajes. Y es que ahí es donde Meyer me ha sorprendido, justo en este par y en su capacidad tanto para dibujar un personaje femenino, como para dejar al descubierto los conflictos internos de ese sheriff con dobles lealtades internas.

     Meyer utiliza frases cortas, breves, que agilizan la acción y se convierten en mínimas cuando se trata de personajes masculinos.  Y aún así, aunque sea común a cualquiera de ellos, establece sutiles diferencias cuando se pone en boca de cada uno. Pronto diferenciamos a Isaac, más culto, de Grace y sus preocupaciones, de Billy, leal... dando su rasgo particular a cada uno de ellos. Además al ofrecernos las visiones sesgadas de cada uno de los personajes, lo que consigue es otorgar una perspectiva común de quienes viven en un mismo lugar. Los protagonistas, por ejemplo, dispares pero unidos por sus deseos, las mujeres que toman diferentes decisiones y sus caminos... dando como resultado ese retrato común de decadencia y malas decisiones.

     Me ha gustado El valle del óxido, con mis peros, ya me ha sucedido antes con este escritor. Me ha parecido menos pretenciosa que El hijo, escrita con menos ambición, y por lo tanto más entretenida. Si uno no se para en los detalles, es una buena novela.

     Y vosotros, ¿os gustan las novelas desde varias perspectivas o preferís algo más lineal?

     Gracias.

lunes, 20 de marzo de 2017

El bazar de los malos sueños. Stephen King


      "Te he preparado unas cuantas cosas, Lector Constante; las expongo ante ti a la luz de la luna. Pero, antes de que contemples los pequeños tesoros artesanales que tengo en venta, hablemos un poco de ellos, si no te importa. No nos llevará mucho tiempo. Ven, siéntate a mi lado. Y acércate un poco más. No muerdo.
     Aunque... nos conocemos desde hace ya mucho tiempo, y sospecho que sabes que eso no es del todo cierto.
     ¿No es así?"

      Stephen King me gusta. Me divierte. Siempre ha sido así. Y eso hace que me sumerja en sus libros con una gran facilidad sabiendo que me dispongo a pasar unas horas de entretenimiento. Por eso tenía ganas de leerme estos cuentos. Hoy traigo a mi estantería virtual, El bazar de los malos sueños.

     Esta vez el llamado maestro del terror nos deja una colección de veinte relatos, algunos inéditos y otros no aunque sí mejorados, que vienen acompañados de una pequeña introducción en cada uno de los casos. En ellas el autor se dirige brevemente a su lector contante antes de comenzar su cuento, que irá desde los más clásicos en su estilo, como Área 81, hasta otros que intentarán sorprender al lector, como es el caso de Ur, e incluso poesía.

     No voy a hacer una enumeración de cada uno de los relatos contando su título y resumen porque considero que eso haría un flaco favor al lector. Lo que sí puedo decir es que Stephen King ha recuperado en este libro al escritor que muchos conocimos en nuestra adolescencia a través de aquél formato granate de bolsillo. Y lo encontramos, ahí está en cuentos con niños y bicicletas, con coches monstruosos, con mensajes en arena... y pensamos entonces que ha vuelto ese Stephen King que ahora parecía haber abandonado a su lector de toda la vida para pasarse a lo que llaman liteatura más seria abandonando el género. Tal vez por eso todo el libro vaya dirigido a su Lector Constante, al que habla en cada prólogo explicándole en un tono que recuerda al ya añejo Mientras escribo, en el que le dirá cómo surgen las ideas, hablará de ideas fugaces, de influencias... y que es, podría asegurar, la parte del libro que más me ha gustado. Y es que creo que podría afirmar sin temor a equivocarme, que todos los que leímos Mientras escribo, nos aficionamos a los prólogos de los libros de King escritos por el propio autor. Textos en los que se dirigía a nosotros relatando alguna anécdota que podía tratar desde un paseo para hacer un poco de ejercicio con su perro, hasta un desayuno a la mesa de su casa. Y aquí ha sido generoso con esa parte. Gracias.

      Comentaba que también se acerca al poema en algún relato, y eso hace que me pregunté por qué no poner a un libro media docena de páginas más y dar la opción bilingüe en estos casos. Para saber qué ganamos y perdemos, para ver la rima, las palabras, lo sonoro. En mi caso, me quedo con esa curiosidad. Los poemas me han gustado, no es la primera vez que leo a King metido en estas lides.

      El resultado de El bazar de los sueños es bastante uniforme y compacto, aunque sigue lejos de aquel escritor que conocí. No hay bajones en la calidad de los relatos, aunque es cierto que no los he disfrutado tanto como hice hace años, con sus ... después de media noche. Me hago mayor, supongo. Pero me ha gustado. Tal vez incluso con un poco de nostalgia del lector que fui. Comentaré además, y esto ya es pasión personal, que me he reído con un detalle y os comento porque las curiosidades me pirran, y... bueno, cualquiera que siga mi Instagram sabrá que los zapatos también. Hay un cuento, Fuegos artificiales, en el que se nombra a un zapato cordobés para hablar de un tono de bronceado. Os diré como anécdota que estaría por apostar a que el señor King no tiene ni idea de lo que es un zapato cordobés, al igual que me pasa a mi, en cambio si uno le preguntase por un cordovan shoe las cosas cambiarían. King podría entonces explicar que un zapato cordován se hacer con un tipo de piel muy determinado y que se suele teñir de un tono marrón oscuro. Me sonreí pensando en cuantos deslices habrá que no veamos en cada libro que leemos. No es importante, es... una simple curiosidad que no afecta en nada a la lectura.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.
     Firmado:
     Un Lector Constante.


viernes, 17 de marzo de 2017

Léxico familiar. Natalia Ginzburg


     "Me llamo Natalia Ginzburg.
     Mi padre, Beppino, ama la ciencia y la naturaleza.
     Lidia, mi madre, disfruta en cambio con el placer de narrar. Tengo tres hermano y una hermana. Vivirán lejos y me bastará la ficción para saber qué les ocurre. Cumpliré con todos los ritos: nacer, crecer, reproducirme. Algún día moriré. También escribiré libros. Quizá, incluso, plante el cerezo de aquella primavera triste de Pavese."

     Tenía curiosidad por leer a Natalia Ginzburg y aproveché el aniversario para leer alguno de sus títulos. O al menos para comprar, leerlos.. poco a poco. Hoy traigo a mi estantería virtual, la primera de mis lecturas, Léxico familiar.

     Natalia Ginzburg, de apellido soltera Levi, nos presenta en este libro a su familia formada por un matrimonio y cinco hijos, en una casa inquieta y, como todas peculiar.  Conoceremos así a sus padres, Griuseppe y Lidia, un profesor más severo y una mujer de esas que gustaban a principios del siglo pasado. También a sus hermanos y hermanas, y a su marido Leone, de quien tomó su apellido. Se incluirán además las personas pertenecientes a su círculo.

     Dijo la propia autora del libro, que había que leerlo más como una novela que como una biografía, pese a que el libro sea un retrato familiar. Y es adecuado hacerle caso, ya que sabe bien de lo que se habla, posiblemente más que el lector, que de entrada se encuentra una colección de anécdotas que, lo primero que señalan es el motivo del título. Supongo que a todos nos sucede, y más en familias grandes o con tendencia a reunirse (me sirve también grupos de amigos) que una frase nos lleva a un recuerdo, y una vez que se relata siempre aparece otro ¿y recuerdas cuando...? y así en un bucle infinito de frases, y palabras, y momentos y recuerdos, que son como un léxico propio y común de las personas pertenecientes a ese círculo. Quizás por eso Ginzburg comienza hablando de todos y se va centrando en los cercanos, para que tengamos la sensación de ir colocando nombres y personas y saber perfectamente de quién habla pasadas las primeras páginas. Nos presenta a una familia en la que nos invita a ser uno más durante la lectura, y para ellos, casi parece olvidarse de ella misma como uno de los protagonistas. Sabremos más del resto, de sus sentimientos, del cambio de país, la severidad del padre que realiza algunos comentarios de esos propios de padre pero extraños a quienes no son sus hijos. Nos habla de política y de cárcel, de fascismos y de ideas recurrentes, y también aparece el mundo cultural en el que se integra ella con su marido. Nataliz Ginzburg es capaz de tratar su matrimonio, en la parte de los sentimientos de la propia autora, "dándole carpetazo en tres frases" y luego extenderse para que comprendamos, por ejemplo, que su gran amigo Pavese no superaría la muerte del marido de ella. O hablarnos de la muerte, anunciada y poco creída, de quien al final se quitó la vida.

     Léxico familiar es un libro de esos que llaman de lectura fácil, que parece comenzar como un compendio de anécdotas pero que, una vez cerrado descubrimos que sí hemos leído una novela. Una historia en la que si hay ficción no lo sabemos, y ahora ya no queremos que nadie nos lo diga, porque los personajes que aparecían y sabíamos personas, se fueron volviendo cercanos, les cogimos cariño. Nos invita de este modo a esa zona privada que solo comparten los íntimos, los afortunados, de algún modo los elegidos.

     Entiendo que guste Natalia Ginzbug. a mime ha gustado mucho. Repetiré.

     Y vosotros, ¿os acercáis alguna vez a la no ficción?

     Gracias.

jueves, 16 de marzo de 2017

La chica danesa. David Ebershoff


     "Su mujer fue la primera en saberlo.
     -¿Me harías un pequeño favor? -le preguntó Greta desde el dormitorio la primera tarde-, ¿Me echarías una mano un momento?
     - Por supuesto- dijo Einar con los ojos fijos en el lienzo-, lo que haga falta."

     Aunque había visto la adaptación cinematográfica de esta historia, no ha sido hasta hace unos días que he leído el libro. Y es que, a veces pasa que nos llega primero la película y descubrimos así una novela. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La chica danesa.

     Conocemos a Greta y Einar, dos artistas que forman un matrimonio que parece llevarse a la perfección. Estamos en los años treinta, en Dinamarca y, mientras él pinta el mar, ella personas, modelos, mujeres.. Un día en que su modelo falla, Greta decide pedirle ayuda a su marido, no dudando en solicitarle que se ponga ropa de mujer. En ese momento Einar descubre un mundo nuevo para él, un lugar en el que se siente realmente cómodo y bien, y también que él quiere dejar se ser él, y convertirse en Lili Elbe.

     Basado en una historia real, el autor elige la vida del primer transexual conocido de la historia para dejarnos una novela que se llena de sentimientos centrándose sobre todo en el apoyo y complicidad de este matrimonio. Y es que, es cierto que esta novela no tiene un asesinato, ni un misterio por resolver, pero no le hace falta. Sabemos de lo que trata, y también del camino que tendrá que recorrer su protagonista, pero quizás no seamos conscientes del todo de lo que supone hasta que no veamos como el autor, con una sensibilidad tremenda, explica esos primeros momentos de Einar. Cuando se viste, descubre la sorpresa de sentirse bien, incluso emoción, y también su propio rechazo, el miedo, la duda, ese volver... todo un camino hasta llegar a la aceptación. Y conseguir que el lector recorra este camino comprendiéndole, es el gran mérito de Ebershoff. no solo eso, además veremos la reacción de la mujer que tiene a su lado, una mujer que es consciente de que Einar desaparecerá para dar paso a Lili, y permanecerá a su lado, será su mayor defensora y también su mejor apoyo. Y a partir de este pequeño círculo, que mucho tiene de enseñanza sobre lo que es el amor y la lealtad, el autor abre el círculo y nos enseña a quienes se cruzaron en su camino. Nos habla de cómo se mudan a París, donde nadie sabe del secreto de Lili y de las salidas de estas dos mujeres. Y también de la medicina, porque el camino que recorre Einar para dar paso a Lili, también es un camino médico, en el que se encuentra además con todo tipo de reacciones. Algunas de ellas, parecen imposibles, pero no olvidemos que estamos en los años treinta...

     El personaje de Greta, poco explotado para mi gusto, me ha parecido realmente fascinante. Una mujer enamorada que ve cómo su matrimonio pierde sexo, como se va difuminando su marido, y le toca pensar que tal vez tenga que elegir si ayudarle a conseguir lo que realmente quiere, su deseo, a ser quien quiere ser.. aunque eso suponga sacrificar el matrimonio. De hecho, y sobre todo en un primer momento, aunque no exista rechazo por su parte, si que se nota una cierta frialdad y es que, aunque el entorno más cercano parece aceptar de buen grado la transexualidad de Einar, si uno se pone a mirar detenidamente, quizás...
    No voy a hablar del final, aunque es por muchos conocido al ser una historia ya famosa. Diré que se veía venir, y que el libro sigue siendo una historia sin sorpresas, porque tampoco las necesita. Como pega, le pondré un exceso de descripciones poco importantes frente a la necesidad que tuve de que ahondara en el tema en determinados momentos puntuales, como el camino quirúrgico que escogen. Con todo, me ha gustado mucho. Es una gran historia y está tratada con mucho mimo. Os animo a acercaros a ella.

     Y vosotros, ¿cuál fue el último libro que descubrísteis tras ver la película?

     Gracias.

martes, 14 de marzo de 2017

Todos deberíamos ser feministas. Chimamanda Ngozi Adichie


     "Me miró y dijo: Sabes, eres una feminista."

     Con este tema y esta autora, además de este precio, es difícil resistirse a echar un vistazo a lo que tiene que decir Ngozi. Y así, hoy traigo a mi estantería virtual, Todos deberíamos ser feministas.

     Vaya por delante que no estoy pensando en hacer una entrada sobre machismos y feminismos, porque no es este el lugar. Y si aviso esto, es porque a veces resulta complicado explicarse ante determinados temas.

    En este librito de unas cincuenta páginas, Mondadori recoge el discurso escrito por Ngozi cuando contaba con 39 años, y no era ni la sombra de lo que es hoy, que sería presentado por ella en una charla TED. En él, la autora habla de situaciones propias o que le son cercanas, para, de una forma coloquial, acercar lo que es la vida en la sociedad de una mujer, en este caso escritora.

     Temas a un lado, no cabe duda que estamos ante una obra menor de Ngozi, algo simple en su contenido y sus formas basadas en la anécdota, pero el mensaje queda igualmente claro: nos queda mucho camino por recorrer. Además, al estar construido sobre anécdotas, alguna de ellas lejana como las que nos hablan de la sociedad nigeriana, y otras no tanto, como son la parte sucedida en Estados Unidos, aporta al lector una visión diferente de dos sociedades en muchas formas opuestas.

     Entra además, en ese pantanoso terreno que supone el propio término de feminismo, que enfrenta muchas veces a unos y otros provocando curiosas declaraciones. Y es que no hay que confundir los usos que unos pocos dan a una palabra, con el significado de la palabra en sí. O como dice la propia autora:

     Y cuando hace tantos años busqué la palabra en el diccionario, me encontré con que ponía: 
"Feminista: Persona que cree en la igualdad social, política y económica de los sexos."

     En resumen, y si esto es posible ante un libro tan corto, Todos deberíamos ser feministas es una obra que, si bien no es representativa de la autora, si que lo es de sus ideas, y de la sociedad en la que vivimos. Un conjunto de reflexiones que van calando en el lector por lo cercano, y que dan unas guías mínimas para quienes no se hayan adentrado aún en la temática. Pero, siendo honestos, se queda en la superficie, lo que puede provocar que para algunos sea insuficiente. Así que mejor tomarlo como lo que es, y disfrutar de su lectura. Merece la pena y... sigue siendo necesaria.

      El impronunciable nombre de Ngozi se ha acercado al gran público lector con mucha rapidez, ganando lectores a una velocidad insospechada. Así que decidme, ¿ya os habéis acercado a sus letras?

     Gracias.

     PD: Os dejo el vídeo de su discurso:


lunes, 13 de marzo de 2017

Recursos inhumanos. Pierre Lemaitre


     "Nunca he sido un hombre violento. No me viene a la memoria ningún momento en el que haya querido matar a nadie. Sí que he tenido ataques de ira de vez en cuando, pero nunca la voluntad real de hacer daño. De destruir. Así que, claro, estoy sorprendido. La violencia es como el sexo: no se trata de un fenómeno, es un proceso."

      Tengo mis roces con Lemaitre, es inevitable. Por eso me intriga y por eso precisamente le sigo leyendo, me cuesta definir un libro suyo con un simple bueno o malo, siempre hay peros. Por eso al ver este último título me lo traje a casa. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Recursos inhumanos.

     Conocemos a Alain Delambre, cincuenta y todos, cuatro años en paro. Ante fue director de Recursos Humanos de una gran empresa, pero los cambios, fusiones... hicieron que utilizara sus trajes para ir a la oficina de empleo. Y a cualquier empleo de los que le fueron saliendo; precarios, terribles. Alain tiene la suerte de tener a dos hijas adultas y emancipadas que se quedan al margen de su situación, pero no su mujer, Nicole. Ella está con él, a su lado... y cae por el mismo precipicio de precariedad que él, juntos. Cuando pierde su último empleo y parece que nada podría ser peor, una importante empresa le comunica que ha pasado la primera parte de un proceso de selección. Con el agua al cuello, Alain se agarra a esta noticia, conseguir ese empleo se convierte en algo vital, único, y parece dispuesto a todo. Pero, ¿y la empresa?

     Lemaitre comienza este libro con una situación que no es extraña, el desempleo. La desesperanza del desempleado que no encuentra manera de volver al mercado laboral, que ya ni se plantea siguiera hacerlo en el puesto para el que está capacitado y acepta cualquier cosa. Y ni así. Ese es el retrato que nos hace de Alain, su protagonista, en un comienzo relativamente lento que pretende que lector y protagonista se conozcan para el momento de comenzar la novela, el movimiento. Lo conocemos todo, la economía familiar, la que anima (Nicole), el que se desespera (él), las que permanecen a su lado disimulando como si no se dieran cuenta (las hijas). Y empezamos, Lemaitre calienta, fuerza las cosas en casa, el desánimo, la tensión: desesperación. Ese es el detonante antes de comenzar la lucha por el empleo, y ahí queda la pregunta que nos formula. Hasta dónde llegaría una persona por salir a flote, por un empleo, por revivir mejores momentos que no hizo nada para perder. Y la novela acelera, y su autor empieza a tensar el hilo de las situaciones, de la credibilidad. Nunca ha tenido problemas para sacrificar en cierta medida la credibilidad, cuando Lemaitre quiere, sabemos que exagera, es la parte de él que gusta o disgusta, la que le proporciona lectores fieles en realidad. Lemaitre nos mete en una situación rocambolesca, que podríamos quizás aplicar como fábula a otras cotidianas. Las empresas, los recursos humanos, la importancia del empleado para quien preside. Porque dentro de la marabunta de mentiras, uzis, gritos y desconfianzas, ese es el verdadero tema de la novela. La ira, la gota que colma el vaso de quien se ve abandonado por todos, de quien se convierte en nadie.

     Lemaitre nos deja una novela llena de giros y cambios de ritmo que se articula en torno a una prueba para conseguir un empleo. Dicho así puede parecer aburrido, pero nada más lejos, ni imagináis en qué consiste la prueba ni tampoco a dónde nos va a llevar el autor. El resultado es una novela muy entretenida, diferente, con la que, como esperaba he tenido mis roces. El primero ha sido el protagonista, nada importante, no hace falta que un protagonista me caiga bien, solo necesito que me transmita algo, aunque sean ganas de pegarle una patada en el culo, como ha sido el caso. Por cierto, gracias Lemaitre (quien lo lea, lo entenderá). Sin embargo, lo que si me ha costado ha sido mantener mi fe en lo que me iba relatando, y ahí se ha resentido la lectura. Irremediablemente. Una fractura que, lejos de curar, se fue agrandando dejando la novela en una historia entretenida, sin más. O con todo lo demás que ya os he contado y que siempre acompaña a Lemaitre, los matices.
 
      No me parece un mal libro para comenzar con el autor, es menos sangriento que su saga sobre Verhoeven, aunque mantiene ese realismo doloroso en algunas escenas que puede poner los pelos de punta al lector más sensible.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

viernes, 10 de marzo de 2017

Historia de la literatura alemana contada en una hora. Klabund


      "Esta pequeña historia de la literatura no persigue ni propósitos filosóficos ni folológicos. Es nada má que un intento de presentación breve, genérica y ágil de las letras alemanas. La literatura de un pueblo se basa en lo más característico que éste puede tener: su lengua. En este sentido, la literatura será y debe ser siempre "popular"."

     Muchas veces, cuando busco el divertimento en un libro, también lo hago a través del conocimiento, de la anécdota, y me asomo tímidamente a títulos ensayísticos, con cuidado no se me atraganten. Hoy traigo a mi estantería virtual una de mis últimas incursiones, se trata de Historia de la literatura alemana contada en una hora.

     Conocemos a Klabund, cuyo verdadero nombre era Alfred Henschke, autor del libro. Y lo hacemos gracias al estupendo prólogo. Y, a través de las palabras de Klabund, hacemos un recorrido rápido, escrito con total parcialidad, por la literatura alemana en un librito que, como bien nos dice el título, podemos leer en apenas una hora.

     Lo primero que me llamó la atención fue descubrir que el autor de este libro, bien hubiera podido ser una suerte de héroe o antihéroe intelectual de una novela de ficción. y es que Klabund, cuyo nombre viene del matrimonio entre las palabras "duende de embarcaciones del Báltico" y "vagabundo", fue diagnosticado de tuberculosis en su adolescencia, en una época en la que ese diagnóstico equivalía a una sentencia de muerte prematura, falleció antes de los 40 dejando atrás una obra propia con más de 70 títulos, y alternó cabarets y sanatorios en los que otros autores alemanes se basaron para grandes obras, como La montaña mágica. Pero Klabund era, y lo digo tras haber disfrutado de sus letras en uno de los géneros menos resultones para ellos, sobre todo poeta. Y eso es perceptible en sus descripciones de miseras del alma, pasiones desatadas en forma de protagonistas literarios, la poesía que se desangra y calcina en manos de otro autor, poeta, o los paisajes de montañas que no dejan ver el cielo en la vida de un tercero que se dedicó también a la literatura. Y es precisamente este estilo tan personal, el que aleja a la obra de una relación de nombres y estilos y convierte el ensayo en placer, en fuente de curiosidades, opiniones y alguna anécdota en la que no faltan nombres desconocidos, sin que por ello el lector deje de disfrutar de lo relatado.

     Desde la Oración de Wessobrunn, del año 800 a la época en que se publica este libro, 1920, encontramos reunidos no solo unos nombres, sino también una época que se vuelve más detallada a medida que el autor se aproxima a sus años de vida. Y es que, si la literatura ha sido un fiel reflejo de la vida, por mucha ficción que se cuente en ella, es fácil ver los diferentes estadíos por los que ha pasado un país, una sociedad, e incluso establecer un paralelismo con la historia de cualquier otro país, a partir de las palabras de Klabund.Y también lo es dejarse llevar por filias, fobias y enardecimientos y cerrar el libro pensando que, aunque le falten los últimos años, ahora es más fácil acceder a escritores de otros países, y que en realidad, al abrir este libro, hemos abierto una puerta, o mejor una ventana, y disfrutado de un magnífico viaje que demuestra que hay que quitar el miedo a los ensayos. Porque muchos son tanto o más placenteros en su lectura, que una novela.
Por si no se nota, me ha encantado.

     Y vosotros, ¿sois de los que no os acercáis demasiado a los ensayos literarios?

     Gracias.

jueves, 9 de marzo de 2017

sylvia. Celso Castro


     "si nunca has suplicado de rodillas que no te abandonen, si no te has arrastrado a los pies de la persona que amas y no la has seguido babeando hasta el ascensor y por favor, por favor, y que harás lo que quiera, pero por favor... si no te has desgarrado en la soledad de tu casa, ni has besado su fotografía con una ternura que desconocías, ni has apretado su camiseta contra tu cara y las has olido y la has empapado de tus lágrimas, entonces es mejor que me dejes en paz y te vayas por ahí, porque no entenderás ni una palabra de lo que quiero contarte, ni una sola palabra."

     Conocí a Celso Castro con "entre culebras y extraños" y me tocó hacer ese ejercicio que realiza el lector cuando descubre un libro diferente, que le llama la atención. Me tocó investigar y recorrer la obra ya publicada, y también esperar a siguientes publicaciones. Hoy traigo a mi estantería virtual, sylvia.

     Conocemos al protagonistas, también narrador de esta novela, a través de sus propias palabras. Un hombre joven, enfermizo, con crisis nerviosas y una vida que le ha ido dejando cicatrices. Un hombre con los sentimientos exaltados y un nombre en el centro de su obsesión; Sylvia, una editora de revista a la que conocemos a través de sus palabras y que comparte con él una relación en la que los sentimientos de uno y otro no alcanzan a encontrar un punto intermedio.

     Vuelve Celso Castro al público con un libro sin mayúsculas, para quien solo se fije en eso. Con una novela corta en apariencia, pero densa en sentimientos y que puede sorprender al lector, incluso al más avezado, porque no la terminará tan rápido como hubiera pensado. No porque entrañe dificultad alguna, en absoluto, pero sí porque le mantenga absorto en las palabras apenas recién leídas, cautivo en ellas, con la mirada fija, releyéndolas otra vez. Y vuelve también con un protagonista masculino que recrea en una suerte de monólogo a nadie, a todos en realidad pero con esa intimidad que separa el monólogo del discurso, y que muestra esa enorme sensibilidad de sentimientos disparados. Como si su alma fuera una piel quemada por el sol y cualquier vivencia una brisa, y el amor, un huracán que golpea el alma llevando en su viento arenas que marcan esa piel a fuego.
   
    De todos los sentimientos que puede tener una persona, dicen que el amor es uno de los más intensos. Y entonces yo me pregunto, ¿cómo será entonces el desamor? Y así entramos en esta historia de un hombre, poeta, que vive enamorado de esa mujer, Sylvia, mayor que él. Una mujer a la que no duda entregarse, con todas sus inseguridades, a la que pregunta una y otra vez si le corresponde. Una mujer que no le ama como él a ella, que sufre y es verdugo del sufrimiento de él. La novela avanza y el sentimiento crece, y sylvia va y viene y tampoco es nunca ella misma, lo vemos en pequeños gestos que nos deja desperdigados y que recogemos para terminar con una historia íntima entre manos.

     Decir a estas alturas que Celso Castro tiene un estilo definido y personal, es quedarse corto. Reconocible en las formas, pero también en el fondo de las historias que nos deja. Historias de búsqueda, privadas, personales. En sylvia buscamos el amor, el cariño, la felicidad, el lugar que suponemos tenemos todos reservado en el mundo para estar bien. Y cerramos el libro, apenas terminado, sin saber que esa historia seguirá creciendo dentro de nosotros, porque ya es nuestra.

      He disfrutado mucho con esta historia. Echadle un ojo y conoced a sylvia.

     Gracias.

martes, 7 de marzo de 2017

El gigante enterrado. Kazuo Ishiguro


     "Podríais haber pasado un buen rato tratando de localizar esos serpenteantes caminos o tranquilos prados por los que posteriormente Inglaterra sería célebre. En lugar de eso, lo que había entonces eran millas de tierra desolada y sin cultivar: aquí y allá toscos senderos sobre escarpadas colinas o yermos páramos. La mayoría de las vías que dejaron los romanos ya estaban en aquel entonces destrozadas o en mal estado, en muchos casos devoradas por la naturaleza. Sobre los ríos y ciénagas se posaban neblinas heladas, que eran propicias a los ogros que en aquel entonces todavía poblaban esas tierras."

     Me gusta leer a Kazuo Ishiguro con sus juegos entre narrador y lector y sus tramas que se salen de lo común. Por eso tuve bastante claro que leería su nuevo libro. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El gigante enterrado.

     Estamos en Inglaterra, en la época inmediatamente posterior al Rey Arturo. Británicos y sajones, en guerra, dominan este y oeste del país; un país en el que habitan ogros y dragones y en el que la población se dispersa en aldeas y la memoria se pierde en la niebla. Así conocemos a Axl y Beatrice, una pareja de ancianos que se quieren y cuidan. Y ya nos advierten que tal vez ese no sea el nombre exacto, igual que ellos tampoco recuerdan las cosas exactamente; pero saben que se quieren, y que tienen un hijo al que abandonaron y deciden salir a buscarle. Un viaje al que se incorporará Wistan, un guerrero que ha salvado a un chico llamado Edwin que porta una extraña cicatriz. Y también a sir Gawain. Todos ellos serán compañeros de viaje.

     Decir a estas alturas que Kazuo Ishiguro escribe bonito, no es descubrir nada al lector. Ese ritmo pausado, con palabras escogidas y una musicalidad latente en cada párrafo termina por afectar al lector que no puede evitar notar que está leyendo una prosa atípica. Y esta vez, Ishiguro se mete de lleno en una historia atípica, una trama de fantasía épica que gira hasta hacerla "a su modo". Con una narración marcada por la nebulosa que roba los recuerdos, nos transporta a una época de luchas y secretos en la que cada uno de los personajes será portador de su historia no olvidada. Algo que puede parecer imposible en un lugar en el que el olvido parece ser la nota común. Y pronto nos preguntamos qué somos si nos quitan nuestros recuerdos, qué recuerdos nos podrían quedar y en qué modo nos aferraríamos a ellos, como hacen esta pareja de ancianos que lo único que parecen saber es el amor que se profesan y el objetivo de su viaje.
     Ishiguro esconde muchos ases en la manga, de boca de su narrador. La novela se convierte en un viaje iniciático, una contienda de espadas, alianzas sin palabras y criaturas mágicas, pero de una forma sencilla, que no resulta agresiva ni chocante para el lector menos acostumbrado al género. Y es que, donde muchos parecen seguir empeñados en hablar de género menor, Ishiguro deja una novela que crece con el paso de los días tras su lectura. Una historia en la que nos descubrimos pensando mezclada con lo que sabemos del barquero y el Hades, princesas prometidas y leyendas Artúricas.

     Es fácil decir que la prosa de Ishiguro te sumerge en la historia, y no por ello es mentira. Y El gigante enterrado se convierte de ese modo en un libro que apenas nos dura en las manos, y permanece bastante más tiempo en nuestra cabeza. Una historia con la que, no sé si recomendaría empezar con este escritor, pero que si uno ya está familiarizado con él, se convierte en una deliciosa lectura. Un libro sobre la importancia de los recuerdos, el valor del olvido y, por qué no, un libro de amor.

     A veces, cuando nos hablan de literatura de género, nos ponemos en guardia y es que todos tenemos un género al que acudimos con mayor frecuencia y otro al que nos acercamos poco o casi nunca. Y vosotros, ¿a qué genero es al que os evitáis acercar?

     Gracias.

lunes, 6 de marzo de 2017

Los últimos años de la magia. Jose Antonio Fideu Martínez


     "Érase una vez... No cabría otra manera de comenzar este relato.
Érase una vez una ciudad envuelta en nieblas que comenzaba a convertirse en la capital del mundo moderno. Érase una vez, en esa ciudad, un teatro antiguo, y cerca de él, una taberna, y en la taberna, un muchacho de corazón luminoso que soñaba con mantener la luz en su interior cuando el tiempo viniera a señalarlo como adulto."

     Este año casi se me pasa el Premio Minotauro, pero finalmente ha llegado a mi estantería virtual. Hoy traigo, Los últimos años de la magia.

     Conocemos a Aurelius Willt, un joven acogido por una familia que vive ayudando a su padre en el mesón. Siendo muy joven descubre su pasión por la magia cuando llega a su ciudad, Londres, el gran Houdin, un mago al que muchos consideran un farsante pero que cautiva a Aurelius con la posibilidad de la magia verdadera. Años después regresa y promete tomar al joven como aprendiz, sin embargo algo se interpone en el camino, y Aurelius amanece en lo que parece ser una realidad diferente a la que el recuerda. Pero aurelius sabe que la magia existe, y no piensa olvidarlo.

     Con un tono que se acerca al cuento, Jose Antonio nos propone una historia de aventuras con un toque que recuerda al steampunk en el que la fantasía es el hilo conductor, y, más concretamente, la magia. No tenía muy claro qué esperar de la novela, que comencé sin haber leído la sinopsis, ya que cuando unimos magia y literatura puede pasar de todo. En esta ocasión, y tras la primera sonrisa al toparme con un mago de sombrero de copa y capa como Houdin, el autor optó por darle un toque de realidad a sus trucos, hablando de la magia real y las hadas, usando realidades alternativas y también revisando algún cuento infantil de esos que todos conocemos.
     Escrita de una forma dinámica, es fácil perderse un par de horas en esta novela llena de giros y revelaciones, con amigos fiables y otros que despertarán nuestras sospechas, con enemigos ocultos y otros declarados y con ilusión. Porque eso es lo que desprenden también las primeras páginas del libro, la ilusión que todos sentimos una vez y que provoca la simpatía del lector hacia el protagonista. Un protagonista que no nos dará tregua hasta el final del libro, pero que mantendrá en nosotros la simpatía de quienes una vez quisimos creer que un truco de magia era real.

     Los últimos años de la magia es una novela con un argumento diferente que puede hacernos pensar que estamos ante un libro juvenil, cuando sería quedarse muy cortos pensar eso. En realidad es una novela para todos los públicos con la que cambiar un poco nuestras lecturas habituales sin temor a equivocarnos. El autor nos lo pone fácil con su forma de escribir, algo que siempre he considerado complicado. Y nunca viene mal salir un poco de nuestra zona de confort lector.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Mi novia preferida fue un bulldog francés. Legna Rodríguez Iglesias


     "Morí seis meses después de haber cumplido noventa años. De meningoencefalitis. En un Hospital Militar situado muy cerca del Casco Histórico, a un kilómetro del Zoológico y del Casino Campestre. Dejé una esposa, tres hijos, cinco nietos y dos bisnietos. Luego nacerán otros bisnietos, morirá mi esposa, envejecerán mis hijos. Todo a su paso. En orden natural y cronológico."

     Esta vez fue el título lo que me llamó la atención. Me dejó descolocada y no sabía si encontrarme una de esas novelas amables de corte chick lit o un tratado sobre la soledad. No tenía ni idea. Pero el título estaba ahí y me seguía pareciendo atractivo. Hoy traigo a mi estantería virtual, Mi novia preferida fue un bulldog francés.

     Estamos ante un libro compuesto por quince relatos en primera persona que contiene además unas frases cortas en letra más grande, a modo de transición entre ellos. Como pequeños mensajes a caballo entre el dardo reflexivo y la ironía, que bien pudieran ser un estado de esos que la gente pone en una red social. Y mientras leemos y pensamos eso, descubrimos que su bulldog piensa lo mismo de dichas frases.

     Cada relato una voz, todas impactantes, aunque unas más que otras. El fragmento con el que se abre la entrada pertenece al primer relato del libro. La muerte, los preparativos para el duelo, las visitas póstumas, la familia, los deseos... Hay muchos sentimientos encerrados en los cuentos de este libro. Se habla de amor, de miedos, de viajes, de echar de menos y también de violencia de género. Se tratan temas serios y se dan pequeños bocados a una Cuba cambiante. Una Cuba que ya ha cambiado. Y dentro de ella sentimientos imperecederos como el temor. Y la autora lo hace usando siempre la primera persona, acercándose al lector para que sienta, por ejemplo, la vergüenza de una protagonista con una enfermedad, tal vez de transmisión sexual, le dicen. Y ella no lo comprende, pero da igual, el temor está ahí.
     Es muy difícil escribir un libro de relatos y mantener al lector en una intensidad constante, y sin embargo Legna lo consigue. Quizás por el tema cambiante frente al estilo mantenido. Quizás porque son temas conocidos, hay personas que quieren salir, hay otras que buscan... hay vida. Y también, aunque no nos demos cuenta, un entorno en todos ellos, un telón de fondo, que es la sociedad cubana en la que viven y que nos va marcando la posición de los ciudadanos allí, la de las mujeres...

     Me ha gustado. He disfrutado de los relatos y, si tuviera que quedarme con uno, me quedo con Mala. El número catorce. Con una protagonista con una fuerza tremenda que me ha hecho reflexionar. y un estilo más poético que el resto, aunque ese vestigio de musicalidad ya se había percibido, o visto claramente, en algún otro. Y me gusta el último, en el que al fin toma la palabra ese bulldog francés, alias pez o sapollina, y que cierra el libro con un retrato privado. Una suerte de pequeño juego metaliterario respondiendo a preguntas no formuladas por el lector, o de retrato en cueros, ya que habla también de eso.

     "La idea inicial de este libro, según su autora, que no soy yo, yo soy solo su mascota y su instrumento de inspiración, era escribir quince cuentos en primera persona para que el lector se sintiera más cercano al texto. Y todo alrededor de mi. Sobre mi."

     Me ha gustado, lo he disfrutado más de lo esperado y me quedo con el estilo propio que demuestra su autora. Legna Rodríguez ha saltado de género a género, del cuento al poema y del poema al teatro pasando por la novela. Ha merecido varios premios y los ha obtenido, y era uno de los nombres sonados para este año que yo desconocía. Como digo, me ha gustado mucho en sus formas, en sus letras. Repetiré.

     Y hablando de libros o autores esperados para este año, ¿hay algún libro que esperéis especialmente?

     Gracias.